Sin orden de
preferencia y con más ausencias de las deseadas, me han llamado la atención en 2017:
Ensayo. Lección actoral, Elejalde, Fernanda Orazi, Jesus María Noguero, María Morales. Kamikaze
Tio Vania y Rígola. Escenas de la vida. Inconveniente, sólo
60 espectadores. Teatros del Canal. 70
minutos cara a cara con Irene Escolar, Luis Bermejo, Ramón Cunill y Ariadna, es
cosa fuerte
Crimen y
telón.- Ron Lalá. El teatro nunca morirá. Tiemblen de miedo a la vez que
se parten de risa
Ostia.
Sergio y Roxana Blanco. Terrible evocación Pasolini; crimen político . Pavón
Kamikaze
Billy
Elliot. El gran musical, años después. Y Natalia Millán en plenitud.
Nuevo Alcalá
La ternura. Alfredo Sanzol. Lo más alabado por
crítica y público.
Simkansen. María Pastor. Antología de una vida fecunda en La Guindalera
Simkansen. María Pastor. Antología de una vida fecunda en La Guindalera
Dos entremeses de Cervantes. Ernesto
Arias. Una joya, pura orfebrería teatral.
Ifhigenia en Vallekas. Hervás en estado
puro. Sin ella, Ifigenia sería nada. Tendencia encasillarse en monólogos. Los Gondra lo mejor no fue Ainara, sino Garbiñe monólogo.
La dama duende. Marta Poveda por encima
de todo. Y Nuria Gallardo.
24 horas en la vida de una mujer. Zweig
y la pulsión del suicidio. Silvia Marsó, una aristócrata cincuentona; noche de fornicación y amor.
Extinta poética. Eusebio Calonge. Poética dramática, La Zaranda esencial
Festen. Lo mejor de Magüi Mira como directora.
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