viernes, 6 de octubre de 2017

FASTUOSO BILLY ELLIOT


Niños prodigiosos y el magisterio de Natalia Millán y Carlos Hipólito

Se trata de un espectáculo comercial y brillante con gran aparataje escénico y maquinismo preciso. Responsabilidad interpretativa  de Natalia Millán, que me recuerda el Cabaret de  hace años con Asier Etxeandia. No parece haber pasado 15 años y su madurez interiorizada es  potentísima y hermosa. Natalia Millán es siempre un vendaval. Carlos Hipólito parece  más frágil y se proyecta de dentro a fuera; Natalia Millán busca en los abismos del personaje.  Para llorar necesita esconderse. La veo con más placer  en esos momentos de  debilidad clandestina que en autoritarismo, siempre con poso de ternura, de la maestra dominante. Resumiendo, perfecta en ambos registros.

Lo comercial que arrastra masas de espectadores no está reñido con la calidad y la belleza. Audaz  la forma en  que David Serrano mueve  el grupo  de los mineros en huelga y su entusiasmo y convencimiento en la victoria, su derrumbe ante la realidad cruel; parece el coro de una tragedia de Eurípides.

 Los muchachos y las muchachas son punto y aparte.  Mención especial para Beltrán Remiro. Su escena vestido de mujer ante el perplejo Billy es modélica y desternillante. Loor a Remiro que llegará lejos en esta dura profesión, tan lejos como Pau Jimeno, portentoso Billy. Y el beso de despedida de ambos, es para una antología de la ternura. Y los despiste, l nostalgia de la abuela, Mamen García, también. Arrancó varis ovaciones.

 Argumento.-El meollo de la cuestión es  sacar a flote lo que uno lleva dentro. Es la única libertad deseable. Un muchacho superdotado para el ballet, del que tiran dos fuerzas, una positiva, la maestra, señorita Wilkinson (Natalia Millán) y otra negativa, el padre (Carlos Hipólito). Y un factor neutro y convincente  con raza de buen actor:  Alberto Velasco en el papel de Braithwalte ayudante musical en las clases de ballet.  Hay también, en la huelga, un esquirol generoso que ayuda a Billy con su dinero, contra la voluntad de los huelguistas..

 Billy Elliot es un musical legendario con gran peso interpretativo en todos sus personajes, singularmente los adultos. Respecto a los muchachos, a veces rozan la genialidad y, a menudo se hacen dueños de la escena; una gra metáfora del éxito y la belleza junto a los mineros en huelga. Rudos y reivindicativos, estos me recordaban la vieja canción de combate “en  el pozo Maria Luisa murieron cuatro mineros”, belleza, grisú. Y el tútú leve  sobre el mono de trabajo. Memorable escena de los mineros,  bailando con Hipólito a la cabeza.

No sé si Pau Gimeno (Billy) llegará a ser un buen cantante, pero me parece un magnífico bailarín. Por cuestiones legales supongo de protección al menor y horas de trabajo, o por la magnitud y dureza del trabajo actoral, hay un elenco fijo y un grupo de substitutos que, es de suponer, están la misma altura.  

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario