domingo, 13 de noviembre de 2016

LA COPULACION UNIVERSAL


Pasión y erudición por el teatro.

Almuerzo con Gabriel Antuñano en el Café de Gijón. Los dos somos adictos al cocido, pero ese dia no toca. También somos adictos al Festival de Almada y tratamos de poner en marcha  mecanismos de colaboración entre Ernesto Caballero (CDN)  Francisco Rodrigo (Almada). La disposición es inmejorable y sería fecunda para Portugal y para España. Gabriel Antuñano es un erudito del teatro, un hombre de la docencia; pero es, sobre todo, un apasionado del teatro. Hay en él tanto amor a la farándula como conocimiento de la misma;  inevitablemente acabará en la autoría, si no ha acabado ya. Le parece un acierto supremo la recuperación del Premio Miguel Mihura. Hace tiempo que defendemos juntos, “España país de actrices”. Le convenzo de que en Los Gondra, con Cecilia Solagurem, Pepa Pedroche, Sonsoles Benedito y Victoria  Salvador y María Hervás, arropadas por un reparto masculino también de lujo, podremos reconfirmar nuestra teoría. A reparto masculino tengo que dedicarle un Post

Premio Miguel Mihura.

El interés que ha despertado la recuperación del premio Miguel Mihura, 13 años sin adjudicarse, resulta estimulante. No hay afán de lucro, sino de honores, fama y honra lo que mueve la ambición de las aspirantes a La Mejor Actriz del  Año. O por lo menos solo honor y fama podemos ofrecer en el Café de Gijón. A Miguel  Mihura yo creo que le gustaban más las actrices que el teatro, o que le gustaba el teatro porque en él hay actrices, como le gustaban las rubías a Alfred Hitchcock. Hombres con suerte; escribían una comedia o un guión y a la fuerza  las chicas tenían que leerlo, qué remedio. A un poeta no le lee ni siquiera la amada  para la que escribe versos.  Hace siglos, cuando andaba por los camerinos, a mi aire, le dije a una bellísima actriz  que no acababa de maquillarse: “no lo toques ya más, que así es la rosa”. Y esa cursilada a qué viene?. Venía a que “el cursi” de Juan Ramón aconsejaba a alguien que no sobase  más el poema, que estaba perfecto, como la rosa por sí misma. Yo comparaba el rostro de  mi amiga  con la rosa y con el poema, pero ella no entendió nada.

 Naturalmente dejé de escribirle versos. Le dio por escribir a ella y un dia, mientras esperaba la salida a escena, me dió un poema recién escrito, según ella. Mientras cenábamos en el Gijón me preguntó “qué te ha parecido”. Y le dije sinceramente: “una mierda, pero no lo toques ya más o será más mierda”.

 Nunca ganó el premio Mihura porque entonces no existía, pero tenía calidad para haberlo ganado. Miguel Mihura dejó a su hermano Jerónimo el encargo de que cada año e otorgara el Premio a La Mejor Actriz Española del Año. Estuve algunas veces en el jurado y sin bases ni formulismos codificados, que yo recuerde, se adoptó la  costumbre que el autor por el que se daba el premio a la actriz fuera español. Hoy los autores españoles estrenan poco. A quien, pues, otorgar un premio  acaso  imposible  por falta de competitividad; hay que  ampliar el campo a autores extranjeros. El Premio vale  lo que vale su enunciado; Mejor Actriz del Año. Punto. Respetaremos la tradición oral: en caso de empate de dos finalistas, se otorgará a la más joven. La tendencia de algunos miembros del Jurado, depositarios según ellos del espíritu mihuresco, y nunca puesta en práctica, de dárselo a la más guapa está definitivamente abolida. Vale el carné de identidad, no un canon de belleza siempre discutible

              Descubrimiento de una narradora.

              Una comunicante de tuiter, beligerante sin inhibiciones, me envía un relato también  carente de prejuicios. Es un relato erótico, dos amantes enredados  entre seis cuerdas  de guitarra por decirlo  de alguna forma aleatoria. Lo firma como Esther Sanz, que no se corresponde con ningún   avatar. Es mucho más que erotismo crudo, que lo es; es ternura, sentimentalidad, desgarro, desesperación, sexo y amor heridos, heridos, sobre todo pese a la desvergüenza  de algunos tuits; o por eso, precisamente. Tiene prisa por triunfar en la literatura. Pero la literatura es como un acto de amor: un ejercicio demorado y lento. Me dicen que no me fie; que detrás de una cara bonita puede esconderse un señor con barbas, que a lo peor es un fake.  No lo sé.  Hablo de quien ha escrito  Seis Cuerdas de Guitarra  que me envió.  Lo que haya o deje de haber detrás, me trae al fresco. Y los tuits de alta temperatura orientados a la copulación universal, también. Se las arregla para hacerme un púdico guiño de complicidad que no sé dónde puede ir. A ninguna parte.

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