jueves, 27 de octubre de 2016

RAZONES PARA RECUPERAR EL PREMIO MIGUEL MIHURA.





 

País de actrices. 

La primera razón, una rendida admiración por todas la actrices de España. España es un país de actrices. Y la segunda consolidar la figura de Miguel Mihura que las amaba a todas. A fin de cuentas  era un solterón libre y solitario y podía permitirse esos lujos.  El Premio Miguel Mihura a la Mejor Actriz del Año lo organiza el diario el Mundo y lo patrocina el Café de Gijón con la colaboración de la Fundación Sgae. Hace diez  años, más o menos, que no se otorga;  desde que murió su hermano Jerónimo y se agotaron los recursos, pues estaba dotado con 100.000 pesetas. Saldrá de nuevo a los escenarios  de España  pobre y desnudo con un trofeo y el honor de un nombre señero. Pero todas las actrices querrán tenerlo en su palmarés. Miguel Mihura, entre otras muchos obras motivo de regocijo y fiesta, es el autor de Tres sombreros de copa, escrita en 1933 y estrenada en 1954. Con Tres sombreros de copa Mihura se anticipó a la vertiente más jocosa del  Teatro del Absurdo.

 Se otorgará la primera semana del mes de diciembre de cada año, a fin de considerar todos los estrenos del año,  en una cena en el Café de Gijón que recordará los fastos de aquella noche mítica en la que se concedía  el Premio de Novela Corta, instituido precisamente, por un grande de la farándula: Fernando Fernán Gómez.

Con las oportunas matizaciones futuras el Premio Mihura se está poniendo en marcha. Muchas actrices serán dignas del galardón. El problema no será a quién otorgarlo, sino a quién no dárselo.

Ya tenemos jurado cuya decisión no sólo será inapelable, sino aplaudida y justísima. Helo aquí: X  X  X  X  X  X  X  . Y a quien el Café de Gijón  se la de, Miguel Mihura se la bendiga.

 

Isabelle Stofell; erotismo hasta  el límite.

 María Hervás puso en marcha hace poco, una experiencia de teatro íntimo, TeatroSolo. Isabelle Stofell  da una vuelta de tuerca más, Ultrateatro en la suite de un gran hotel. El texto son las Memorias íntimas  de Toni Bentleiy;  su frustración como bailarina, su conciencia, mala conciencia, religiosa, su doloroso sentido del amor y el sexo Hasta que encuentra el hombre capaz de entender que la sodomización es el placer absoluto. Isabelle Stofell es una excelente actriz, elegante, sofisticada, sensual. Combinar estas virtudes en un texto tan áspero y sodomizante  en cualquiera de sus sentidos, literal y metáforico, es un ejercicio  al alcance de muy pocas actrices.  Sexo sin  interrupción, narrado, vivenciado, durante hora y media, es turbador.  Sabemos que es coreografía metateatral, verbalización, una especie de realidad virtual. Ocurre también en la vida diaria. Pero el espectador debe  experimentar esa verosimilitud que le pertenece. Como expectador, frio y crítico del escenario y del entorno, doy fe. 

 Isabell Stofell pone su elegancia refinada, su perversidad inteligente y cómplice. Sigfrid Monleón pone su pulso firme  de director. Y Toni Bentley pone un texto que debe de haberle producido no pocos sufrimientos, La rendición. Stofell es tan buena actriz  que, cuando en uno de los miles de proyectos que fallan, un grupo  sin más financiación que sus ideas,  pensó poner  en escena Salomé, Stoffel fue la elegida. Ella enloquecería de amor por Yokanaan y, despechada, exigiría su cabeza.

 Vi  La rendición en la Sala Princesa del  María Guerrero hace cuatros años. La intérprete, más perversa e  igual de bella. En la vida, y en la escena, perversidad sin belleza es zafiedad y  mal gusto. Y a la inversa; belleza sin un punto canalla es belleza muerta. Tras una larga gira por Escocia, Argentina, Suiza y Alemania, siempre en sus idiomas nativos, Isabelle Stofell ha vuelto a España donde reside hace años;  a Las Noches de la Suite del Hotel Eurobuilding.

 

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