País de actrices.
La primera razón, una rendida admiración por todas la
actrices de España. España es un país de actrices. Y la segunda consolidar la
figura de Miguel Mihura que las
amaba a todas. A fin de cuentas era un
solterón libre y solitario y podía permitirse esos lujos. El Premio Miguel Mihura a la Mejor Actriz del
Año lo organiza el diario el Mundo y lo patrocina el Café de Gijón con la
colaboración de la Fundación Sgae. Hace diez años, más o menos, que no se otorga; desde que murió su hermano Jerónimo y se agotaron los recursos,
pues estaba dotado con 100.000 pesetas. Saldrá de nuevo a los escenarios de España
pobre y desnudo con un trofeo y el honor de un nombre señero. Pero todas
las actrices querrán tenerlo en su palmarés. Miguel Mihura, entre otras muchos
obras motivo de regocijo y fiesta, es el autor de Tres sombreros de copa, escrita en 1933 y estrenada en 1954. Con Tres sombreros de copa Mihura se
anticipó a la vertiente más jocosa del Teatro del Absurdo.
Se otorgará la primera
semana del mes de diciembre de cada año, a fin de considerar todos los estrenos
del año, en una cena en el Café de Gijón
que recordará los fastos de aquella noche mítica en la que se concedía el Premio de Novela Corta, instituido
precisamente, por un grande de la farándula: Fernando Fernán Gómez.
Con las oportunas matizaciones futuras el Premio Mihura se
está poniendo en marcha. Muchas actrices serán dignas del galardón. El problema
no será a quién otorgarlo, sino a quién no dárselo.
Ya tenemos
jurado cuya decisión no sólo será inapelable, sino aplaudida y justísima. Helo
aquí: X X X
X X X
X . Y a quien el Café de Gijón se la de, Miguel Mihura se la bendiga.
Isabelle Stofell; erotismo hasta el límite.
María Hervás puso en marcha hace poco, una experiencia de teatro
íntimo, TeatroSolo. Isabelle Stofell da una vuelta de tuerca más, Ultrateatro en la suite de un gran hotel. El texto son las Memorias íntimas de Toni Bentleiy; su frustración como bailarina, su conciencia,
mala conciencia, religiosa, su doloroso sentido del amor y el sexo Hasta que
encuentra el hombre capaz de entender que la sodomización es el placer
absoluto. Isabelle Stofell es una
excelente actriz, elegante, sofisticada, sensual. Combinar estas virtudes en un
texto tan áspero y sodomizante en
cualquiera de sus sentidos, literal y metáforico, es un ejercicio al alcance de muy pocas actrices. Sexo sin interrupción, narrado, vivenciado, durante
hora y media, es turbador. Sabemos que
es coreografía metateatral, verbalización, una especie de realidad virtual.
Ocurre también en la vida diaria. Pero el espectador debe experimentar esa verosimilitud que le
pertenece. Como expectador, frio y crítico del escenario y del entorno, doy
fe.
Isabell Stofell pone
su elegancia refinada, su perversidad inteligente y cómplice. Sigfrid Monleón pone su pulso firme de director. Y Toni Bentley pone un texto que debe de haberle producido no pocos
sufrimientos, La rendición. Stofell
es tan buena actriz que, cuando en uno
de los miles de proyectos que fallan, un grupo
sin más financiación que sus ideas,
pensó poner en escena Salomé, Stoffel fue la elegida. Ella
enloquecería de amor por Yokanaan y,
despechada, exigiría su cabeza.
Vi La
rendición en la Sala Princesa del
María Guerrero hace cuatros años. La intérprete, más perversa e igual de bella. En la vida, y en la escena,
perversidad sin belleza es zafiedad y
mal gusto. Y a la inversa; belleza sin un punto canalla es belleza
muerta. Tras una larga gira por Escocia, Argentina, Suiza y Alemania, siempre
en sus idiomas nativos, Isabelle Stofell ha vuelto a España donde reside hace
años; a Las Noches de la Suite del Hotel
Eurobuilding.