viernes, 12 de agosto de 2016

BLOG de AGOSTO (II) HETAIRAS Y EL LUJO DEL AMOR


Antiteoría de la comunicación.

Con motivo de este larguísimo puente de la Virgen de Agosto, medito sobre las actuales formas de comunicación entre los humanos que, a menudo,   son formas de incomunicación.  Una amiga, que sabe de estas dificultades,  por su itinerancia artística, creadora y por trotamundos, me expone su idea sobre los  mails: “se ponen o no se ponen, se abren o no se abren, se contestan o no se contestan.  No debe haber obligaciones”. Pienso: ¿y si yo no hubiera hecho clic a este correo?. Probablemente no habría pasado nada ni abierto abismos incomunicables porque habríamos hallado una explicación plausible. Es evidente que en esto de la comunicación hay distintas velocidades entre las personas. Simplifico: el correo es necesario o no lo es; puede ponerse o  puede no ponerse; como el poema, para Rilke; es necesario o no.  Además -y esto es un problema que no tienen, por ejemplo,  las palomas mensajeras- hay wifi o no hay wifi, hay cobertura o no hay cobertura, te llegan o no te llegan los correos. Esto que cuento no es del todo la realidad; es la línea argumental de un relato corto que me ronda la cabeza y que podría tener el siguiente título: La mujer que demolió a Durrell.

 Tengo cuatro días enteros para escribir, porque ni recibiré ni  enviaré mails. Y para leer algunos originales teatrales, que me llegan como un regalo y  me suscitan enorme curiosidad. Con este largo post, clausuro hasta finales de mes mis obligaciones con el blog.  Antes de la desbandada, que a mí ya me ha cogido a resguardo, apalabro cita con Ernesto Caballero. Tengo que trasmitirle razones de Rodrigo Francisco, director del festival de Almada. A Rodrigo le mando saludos para Helena Probs, una millonaria italo-argentina-española, benefactora del Festival.

Sobre errores, culpas y confesiones

Sobrevivir a los errores no es síntoma de inteligencia, sino voluntad de resistencia. Yo vengo sobreviviendo a mis errores con intachable tenacidad. Los errores, en las urgencias del periodismo,  son más producto del subconsciente que de la ignorancia. Yo no me regodeo en el error, pero tampoco lo oculto. Cuando lo descubro, me produce cierta incomodidad; pero se me pasa pronto. Es un problema de carácter. Francisco Umbral me reprochaba esa manía mía de rectificar. Decía: “lo más probable es que haya pasado inadvertido. Entonces ¿por qué alertar a quien  espera  oportunidad para ponerte a parir?”.

Hoy tengo que pedir disculpas a una de las actrices que más admiro: Irene Escolar, que no figura en la serie Femenino Singular porque aún no ha hecho ese papel que la marque de por vida, un antes y un después,  como a Aitana Sánchez-Gijón  Medea, por ejemplo.  En realidad,  debiera pedirle disculpas a Federico García Lorca a  Mariana Pineda, a Shakespeare y a Julieta, a Rigola. En el capítulo dedicado  a Aitana Sánchez-Gijón  intentaba establecer una línea de interpretación  Espert- Aitana-Irene. En realidad era un pretexto para visualizar la presencia de una actriz ausente,  con sobrada calidad para figurar entre  las mejores. Una forma de homenaje, en suma, a su joven talento.

 En El mayor dolor es el amor, de Medea-Aitana hay un error. Búsquenlo, relean el texto  y encuéntrenlo. Yo planteo el problema; la solución es de ustedes. Seguro que era innecesaria la aclaración y Paco Umbral tenía razón; lo mejor es callarse. Pero yo me encuentro más cómodo confesándome. Reminiscencias judeo cristianas, seguro, siempre con la culpa a cuestas.  

 

Ars Amandi. O refinamientos del amor.

 Un tuitero me da la vara. Le gustan las putas de lujo y me llama machista  porque a mí no. ¡Alto ahí!. No he dicho que no me gusten las putas de lujo, digo que no he tenido acceso a ellas; y que a mis 74 años,  cojo y con lo que me paga el periódico por mis artículos, no creo que mejore mi situación. “Son auténticas profesionales del sexo…..Y del amor.  Los que las usamos, exigimos un respeto: para ellas y para nosotros”.  Puedo estar de acuerdo. O no. De entrada, el verbo usar referido al contacto carnal con una mujer, me parece inadecuado y define la catadura moral del personaje. Pero no creo  que las putas de lujo  posean en exclusiva el arte de amar. Eso me parece competencia desleal con novias, amantes, santas esposas, y amigas, que también tienen sus artes y habilidades.

 A cada cual y a cada cuala, lo suyo. En Grecia  existían las hetairas, cortesanas refinadísimas y cultísimas, mezcla de damas de compañía y prostitutas exclusivas, de gran influencia en la res pública. Entre bastidores, mejor dicho entre sábanas y refinamientos amatorios, e incluso a las claras en los foros, ejercían un poder auténtico  e influían en la marcha de los asuntos públicos.

Machismo intelectual.

El verbo usar, como he dicho,  define ya el talante moral del comunicante que seguro desconoce qué es una hetaira y no sé cómo habrá conseguido mi  correo particular. Me da la vara, me acusa de “machista intelectual” y de paso le da también la vara  a “una tal  Sara Moraleda”, porque  hizo RT al tuit mio que encendió la mecha: “la culpa es de quienes pagan, no de quienes cobran”. Fuera culpas, no hay culpas de nadie. Cada cual es dueño de su cuerpo y de su dinero. Pero, aunque  solo sea por gratitud a su eficiencia, estas  mujeres extraordinarias en el arte de amar que tanto alaba el comunicante, debieran merecer un poco más de amor y  de afecto que el reconocimiento de su eficacia. No solo respeto, veneración y gratitud digo yo, conceptos que no se corresponden con el verbo usar que utiliza el que me da la vara.

 Ha tenido la discreción de hacer su reproche por vía privada, lo cual es un detalle.  Puede que no sea tan cafre como aparenta algunas veces. Pero puede también que trate de substituir  los pocos seguidores que tiene en tuiter por la comunicación privada conmigo. Cosa que rechazo de antemano.

 Quién es Sara Moraleda.

Esa “tal Sara Moraleda” es amiga mía, es una gran actriz, por si usted no lo sabía,  de la que siempre escribí bien, mucho antes de  conocerla personalmente; menos en las Pingüinas que pasé de todas porque el arrabalesco  Cervantes me pareció infame. Y yo moriré a manos de pingüinas. Sara anda haciendo por esta piel de toro socarrada por el sol, El amante liberal con Emilio Gutiérrez Cava, uno de los grandes  actores españoles, entregado por el momento a la adaptación y la dirección.  

 

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