Diario de una semana improvisada
Lunes y martes.- Se me desgonzó, se salió de sus
goznes, la semana del 9 de mayo y todos mis planes se fueron al carajo. Hube de
reconstruirme, deconstruyéndome previamente. Contesto una carta de Nuria Espert que me habla de la corona
de sonetos que le dediqué en el Mundo. Me entero del Premio Princesa de
Asturias y termino la epístola en el
sobre, por fuera, para gozo, supongo, de los carteros. Constato con algunos
miembros del jurado que los sonetos nada han tenido que ver en la concesión del
premio. Vuelta de tuerca al libro alucinado que me explosionó en
pleno corazón la pasada Semana Santa, Deconstrucción
del amor.
Miércoles.- Hablo con Ramón Fontseré, Gonzalo Santonja y David Loaysa del espectáculo que preparamos para el día 19 de
septiembre en Salamanca. Posibilidades de reforzar el folclore, el typical spanisch con un personaje de
ganadera enamorada del maletilla, tonadillera tórrida o suripanta fría. Freno
las memorias Javier Villán; una vida de
teatro. Hay sucesos muy próximos y no quiero calentarme con ellos. Mejor
esperar.
Jueves.- Abro una botella de Cigales, un clarete excepcional, y me
sumerjo en La lengua del III Reich, de Viktor Klemperer; inmersión estrictamente
profesional. Desciendo, refrescado
por el vinillo, a los infiernos de mi monólogo Lager (campo de concentración) que hará Zutoia Alarcia retirada estos días a la meditación transcendental para
reencontrarse consigo misma. Zutoia es la actriz fetiche de Alfonso Sastre. Y lo era de Pérez de la
Fuente hasta que en la cuestión Sastre, Pérez de la Fuente empezó a ser
fetiche de sí mismo.
También se
ha retirado no sé dónde la indómita y puteada Jbara,
la mora selvática de Confesiones a Alá. Fuentes próximas me dicen que María Hervás prepara Ifigenia en Vallecas; siempre personajes
al límite: sacrificio en el ara de la divinidad, subversión, insurgencia. Recuerdo Ifigenia
en Aulide, que no es Vallecas. Vallecas va a permitirle a María Hervás esa
“poética de barrio” que forma parte de su estética. Y de su ética. Tengo
curiosidad por ver este próximo trabajo vallecano. Espero noticias de Ortiz de Gondra, y su historia vasca, que releo como si en ella fuera a trabajar yo.
Mi admirada Xus Romero, la dulce y mínima Xus de L,Om Iimprebís, una de mis favoritas en el territorio Chejov, se repone de múltiples achaques. Pronto volverá a los escenarios, aunque no sé de qué forma. Me lo contará pronto.
Con Sara Moraleda, de la que siempre
escribí bien y a la que conocí en la cena del Valle Inclán, he comenzado en twiter una
reivindicación de Cervantes; nada que ver con el numanticidio perpetrado recientemente en el Español; es un juego
sobre los entremeses cervantinos al que se unió enseguida Ernesto Arias, la periodista María
Martínez ex de El Mundo, David de
Loaysa y varios más. ¡! Viva Cervantes ¡!.
Me fallan las malditas piernas y no puedo ir a Unir a ver La conquista de Jerusalén, un posible
inédito de Cervantes. Asignatura pendiente para el primer jueves que pueda. Avanzada la
noche me llama Ignacio Amestoy preocupado.
Viernes.-
A las 11,00
veo en Tribueñe La Celestina, de Carolina Calema. Colosal trabajo. A las
12,30 presento en Las Ventas el libro de Lopez
Galiacho, De frente, en corto y por
derecho. Le dedicaré un post. Recibo la revista Artez con mi artículo
sobre el Valle Inclán, que remito enseguida a Luis María Anson. Lo mejor no es mi artículo, sino el editorial de
Carlos Gil: “hacemos ver que no pasa nada porque el futuro puede ser todavía peor”.
Artez resiste, resistimos. Sin cobrar un duro, pero resistimos. Quien quiera
saber sobre el premio de teatro más importante de España en mi artículo está
casi todo. Y cosas sobre Aitana
Sánchez-Gijón.
El Premio se está reestructurando y para contribuir a ello he
puesto mi dimisión en manos de Ánson y Garrigues;
el próximo año quiero sentarme entre los candidatos/as, aplaudir a mis
favoritas/os, ser un hombre normal y no un juez desgarrado entre el optimismo
de la voluntad y el pesimismo de la inteligencia.
Sábado.- Salgo a la calle a comprar los
periódicos y el pan y me encuentro con mi actriz favorita, la mendiga Alina, que es casi una niña; guapa,
rumana, madre. Hoy le duele el estómago, ayer las lluvias le habían provocado
un reuma. Otro día se cabrea con una rival que le quiere quitar su
esquina: “es un puta, no le des nada”. Hasta en el lumpen hay lucha de clases
cuando esta ha desaparecido ya como motor de la historia. Alina se marcha a Rumanía porque su niño se le ha puesto enfermo y
acaso no confía demasiado en los médicos españoles. Es el papel que mejor le
va, lo borda, el papel de joven madre afligida. Alina,
sin saberlo, me ha dado algunas claves
para el capítulo más divertido y cachondo de Mi vida de teatro: “Nunca me enamoraré de una actriz”. Carta de Eva Sastre Forest y de Alfonso Sastre. Les prometo ir un dia a Hondarribia y contarles,
hasta donde sé, el culebrón del Español.
Domingo.- Descanso absoluto. Reflexiono: soy un
producto de la piedad del Seminario de Palencia y
de la golfemia canalla de las Ramblas de Barcelona. No soy de fiar. Bien mirado no ha sido mala
semana; quizá mejor que la planeada.
Lunes 16.- No
iré a la pradera a bailar un chotís, vestido de chulapo; del bar, donde a diario leo el Marca para
enterarme por la crónica de Carlos
Ilian, de cómo van las corridas de las Ventas, me suben unas sabrosísimas Rosquillas del
Santo. Y desde el ventanal de mi despacho veo los destellos de un magnífico día
de sol.
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