lunes, 16 de mayo de 2016

ELOGIO DE ACTRICES, COSAS DE TEATRO


Diario de una semana improvisada

Lunes y martes.- Se me desgonzó, se salió de sus goznes, la semana del 9 de mayo y todos mis planes se fueron al carajo. Hube de reconstruirme, deconstruyéndome previamente. Contesto una carta de Nuria Espert que me habla de la corona de sonetos que le dediqué en el Mundo. Me entero del Premio Princesa de Asturias y termino la epístola  en el sobre, por fuera, para gozo, supongo, de los carteros. Constato con algunos miembros del jurado que los sonetos nada han tenido que ver en la concesión del premio. Vuelta de tuerca al libro alucinado que me explosionó en pleno corazón la pasada Semana Santa, Deconstrucción del amor.

Miércoles.- Hablo con Ramón Fontseré, Gonzalo Santonja y David Loaysa del espectáculo que preparamos para el día 19 de septiembre en Salamanca. Posibilidades de reforzar el folclore, el typical spanisch con un personaje de ganadera enamorada del maletilla, tonadillera tórrida o suripanta fría. Freno las memorias Javier Villán; una vida de teatro. Hay sucesos muy próximos y no quiero calentarme con ellos. Mejor esperar.

 Jueves.- Abro una botella de Cigales, un clarete excepcional, y me sumerjo en La lengua del III Reich, de Viktor Klemperer; inmersión  estrictamente profesional. Desciendo, refrescado por el vinillo, a los infiernos de mi monólogo Lager (campo de concentración) que hará Zutoia Alarcia retirada estos días a la meditación transcendental para reencontrarse consigo misma. Zutoia es la actriz fetiche de Alfonso Sastre. Y lo era de Pérez de la Fuente hasta que en la cuestión Sastre, Pérez de la Fuente empezó a ser fetiche de sí mismo.

También se ha retirado no sé dónde la indómita y puteada  Jbara, la mora selvática de Confesiones a Alá.  Fuentes próximas me dicen que María Hervás prepara Ifigenia en Vallecas; siempre personajes al límite: sacrificio en el ara de la divinidad, subversión, insurgencia.  Recuerdo Ifigenia en Aulide, que no es Vallecas. Vallecas va a permitirle a María Hervás esa “poética de barrio” que forma parte de su estética. Y de su ética. Tengo curiosidad por ver este próximo trabajo vallecano. Espero noticias de Ortiz de Gondra, y  su historia vasca, que releo como si en ella fuera a trabajar yo.  

Mi admirada Xus Romero, la dulce y mínima Xus de L,Om Iimprebís, una de mis favoritas en el territorio Chejov, se repone de múltiples achaques. Pronto volverá a los  escenarios, aunque no sé de qué forma. Me lo contará pronto.

Con Sara Moraleda, de la que siempre escribí bien y a la que conocí en la cena   del Valle Inclán, he comenzado en twiter una reivindicación de Cervantes; nada que ver con el numanticidio perpetrado recientemente en el Español; es un juego sobre los entremeses cervantinos al que se unió enseguida Ernesto Arias, la periodista María Martínez ex de El Mundo, David de Loaysa y varios más. ¡! Viva Cervantes ¡!.

 Me fallan las malditas piernas y no puedo ir a Unir a ver La conquista de Jerusalén, un posible inédito de Cervantes. Asignatura pendiente para el primer jueves que pueda.  Avanzada la noche me llama Ignacio Amestoy preocupado.

Viernes.-

A las 11,00 veo en Tribueñe La Celestina, de Carolina Calema. Colosal trabajo. A las 12,30 presento en Las Ventas el libro de Lopez Galiacho, De  frente, en corto y por derecho. Le dedicaré un post. Recibo la revista Artez con mi artículo sobre el Valle Inclán, que remito enseguida a Luis María Anson. Lo mejor no es mi artículo, sino el editorial de Carlos Gil: “hacemos ver que no pasa nada porque el futuro puede ser todavía peor”. Artez resiste, resistimos. Sin cobrar un duro, pero resistimos. Quien quiera saber sobre el premio de teatro más importante de España en mi artículo está casi todo. Y cosas sobre Aitana Sánchez-Gijón.

 El Premio se está reestructurando y para contribuir a ello he puesto mi dimisión en manos de Ánson y Garrigues; el próximo año quiero sentarme entre los candidatos/as, aplaudir a mis favoritas/os, ser un hombre normal y no un juez desgarrado entre el optimismo de la voluntad y el pesimismo de la inteligencia.

Sábado.- Salgo a la calle a comprar los periódicos y el pan y me encuentro con mi actriz favorita, la mendiga Alina, que es casi una niña; guapa, rumana, madre. Hoy le duele el estómago, ayer las lluvias le habían provocado un reuma. Otro día se cabrea  con una rival que le quiere quitar su esquina: “es un puta, no le des nada”. Hasta en el lumpen hay lucha de clases cuando esta ha desaparecido ya como motor de la historia. Alina se marcha a Rumanía porque su niño se le ha puesto enfermo y acaso no confía demasiado en los médicos españoles. Es el papel que mejor le va, lo borda, el papel de joven madre afligida.  Alina, sin saberlo, me ha dado algunas  claves para el capítulo más divertido y cachondo de Mi vida de teatro: “Nunca me enamoraré de una actriz”. Carta de Eva Sastre Forest y de Alfonso Sastre. Les prometo ir un dia a Hondarribia y contarles, hasta donde sé, el culebrón del Español.

Domingo.- Descanso absoluto. Reflexiono: soy un producto de la piedad del  Seminario  de Palencia y  de la golfemia canalla de las Ramblas de Barcelona.  No soy de fiar. Bien mirado no ha sido mala semana; quizá mejor que la planeada.

Lunes 16.- No iré a la pradera a bailar un chotís, vestido de chulapo;  del bar, donde a diario leo el Marca para enterarme por la crónica de Carlos Ilian, de cómo van las corridas de las Ventas,  me suben unas sabrosísimas Rosquillas del Santo. Y desde el ventanal de mi despacho veo los destellos de un magnífico día de sol.

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