jueves, 17 de marzo de 2016

LA CRITICA COMO RIESGO. MEMORIAS DE TEATRO


La crítica, ejercicio de alto riesgo

"Siempre he dicho que la crítica es un mal no sé si necesario, pero evitable. A raíz de uno de los acerbos comentarios que le dedicaba a Buero, Haro me confesó un dia: “dirán que es revancha porque Buero se negó a pagarle a Concha una colaboración musical”. Buero se vengó escribiendo El caimán, historia de un crítico de arte que no distinguía los colores. Hasta los ciegos de En la ardiente oscuridad se dieron cuenta de que allí estaba Haro Tecglen.

Lo del crítico del Pais con Marsillach era peor. Tras haber sido su máximo apologista y exégeta acabó poniéndolo a los pies de los caballos. Sarcasmo de Marsillach : “Haro ha pasado de gustarle todo lo que yo hacía a no gustarle nada”. Ironía de Haro: “dirán que es por no sé qué mal entendido entre Concha y Mercedes, que son muy  amigas”. Para mayor precisión ver libro Tan cerca, tan lejos.

 Lamentación de Haro que se  me clavó en el alma: “en eso quedamos los críticos, chismes para porteras. Algunos solo aceptan la lógica del elogio, como un derecho adquirido. Eres magnífico cuando alabas; cuando no, te conviertes en un genio maléfico y desalmado”.
 
Se preguntarán ustedes a cuento de qué saco a relucir ahora este fragmento de mi libro (en preparación) Mi vida de teatro,  Sobre todo cuando no hay de   por medio ningún Buero ni ningún Marsillach, ni de lejos. Viene a cuento; pero no es cosa de dar tres cuartos al pregonero. Y los que tienen que entender entenderán. A fin de cuentas, todos tenemos en algún momento de nuestra vida, esa “hora tonta” que tanto temen los gitanos. 

 Los críticos sabemos que escribir de determinadas personas puede ser un ejercicio de alto riesgo. Aunque no sellamen Buero ni Marsillach

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