La Crazy Class
Puede ser el espectáculo de la temporada. L,Om Imprebís y Santiago
Sánchez en plenitud; tres intérpretes en plenitud; Carles Castillo, Carles Montoliu, dos actores para una docena
de personajes; y para Hamlet.
Y Elena Lombao, la limpiadora
ilustrada. Prodigios de intérpretes.
Júbilo de la escena frente al sufrimiento, el dolor del Método: Stanislawsky falseado por un
impostor, el señor Strasberg. La
Crazy class, gran teoría sobre teatro que me apasiona, pero sobre todo gran
función de teatro. Y Santiago Sánchez que recobra su condición de actor, quizá
la más verdadera de su naturaleza de teatrero.
Grandísimo actor. Como lo es Xus Romero, su mujer y compañera, una
de las actrices que más admiro, sobre todo en Chejov. La Crazi
Class hay que escribir largo y profundo.
Cómicos en el Gijón; Zutoia Alarcia, Flotats, Canseco.
Como en los viejos tiempos, la Farándula para y posa en el
Café Gijón. Dialogo con los vivos ante un vaso de vino y dialogo con los
espejos que me dicatron mi libro Historias
golfas, del Gijón. Madrid Canalla. Me encuentro con Manuel Canseco, un director familiarizado con los clásicos. Y con José María Flotats que espera a Mauro Armiño, habitual adaptador de sus
obras. Por la tarde llegarán Alvaro Luna
y Manuel Cervino, a la tertulia
de Manuel Vicent, sin Manuel Vicent
porque dejó de ir; y sin Manuel
Alejandre ni Tito Fernández porque
murieron. Pequeño refrigerio con Zutoia
Alarcia. Xabi Puerta, Zutoia y yo andamos ideando siempre alguna cosa, a ser
posible en torno a Alfonso Sastre. Pero
las cosas de teatro es difícil que cuajen si no es en los teatros
institucionales.
Zutoia hizo con Juan Carlos Pérez de la Fuente Dónde
estás Ulalume dónde estás, acaso el mejor montaje que se haya hecho de esta
tragedia de Sastre: Chete Lera genial en Poe, Camilo Rodríguez poliédrico; vestuario de Javier Artiñano siempre in
memoriam; escenografía de David de Loaysa. Zutoia es la actriz fetiche del exiliado de
Hondarribia. Una actriz mal aprovechada por el teatro español, nada aprovechada
por el cine y a medias por la televisión.
La descubrí hace años en la sala Olimpia,
hoy Valle Inclán, en DesNudos. He visto recientemente un
video de aquella función: una actriz portentosa a solas con su desnudo luminoso.
A todo riesgo. Zutoia afirma que sigue conservando la misma pureza de ese desnudo. No lo dudo. Soy un caballero y jamás
pongo en duda la palabra de una dama. Ni le exijo comprobaciones.
José María Flotats y la cuestión judía
Por la noche en el preestreno de Insolación vuelvo
encontrarme con José María Flotats. Prepara el aterrizaje en Madrid con Ser-lo o no. Me habla de de Grumber, el autor, y la eterna cuestión
judía, la necesidad de acabar con esos prejuicios. Desembocamos, naturalmente,
en Sartre y sus Reflexiones sobre la cuestión judía escrito
en 1946, calientes aun los hornos nazis. Escribió Sartre: “el antisemitismo no es un
problema judío, es nuestro problema y somos culpables
(...) Contrariamente a una opinión muy difundida, el carácter judío no provoca
el antisemitismo; es el antisemita quien crea el judío”. He tenido
recientemente una experiencia fascinante
desde el punto de vista escénico, y dolorosa
desde el punto de vista humano y político. Hace poco cayó en mis manos el libro
de Victor Frank El hombre en busca de destino.
Y acometí la aventura de meter en un monólogo las atrocidades de los campos de exterminio por los que pasó Frank.
Este libro, considerado entre los diez de mayor influencia del siglo XX, fue devastador para mí; y la escritura del
monólogo, una bajada a los infiernos. No sé lo que salió e esos infiernos ni me
importa.
Insolación; del personaje literario al personaje teatral.
Ese camino es largo,
lleno de trampas y de abismos que Pedro
Víllora ha recorrido con pulso firme. La novela de doña Emilia
Pardo Bazán es insoportable. En líneas generales la Pardo Bazán es
insoportable, salvo en los divertidísimos escarceos amorosos con don Benito Pérez Galdós
que ambos cuentan en unas cartas golfas y apasionadas. ¿La literatura de Pardo
Bazán no es de estos dias. ¿Qué necesidad tenemos hoy de Emilia Pardo Bazán
habiendo tantos autores españoles que no tienen techo en la escena madrileña? Ni
siquiera el feminismo a que se hizo
acreedora, justifica su presencia en el María Guerrero. Por eso me parece meritorio
el trabajo de Pedro Víllora; ha
conseguido lo imposible: convertir en teatro un texto radicalmente antiteatral.
Otro mérito es el de María Adánez, muy dotada para la comedia, que no se
resiente, o se resiente poco, en las escenas más dramáticas. Lo que ocurre es
que, desde una perspectiva inmediata, su personaje es incomprensible. Lo sorprendente
es que la conducta personal de doña Emilia distaba mucho de los escrúpulos de
conciencia de su personaje.
El seductor es un calavera, un trueno al estilo de Antonio Machado; en ocasiones asciende a los cielos de Machado poeta menor, “soy de la raza mora vieja amiga del sol que
todo lo ganaron y todo lo perdieron”. (Cita de mi responsabilidad) Aunque es de
Málaga me parece recordar, es el trasunto
exacto del señorito sevillano, el
tópico del andaluz palabrero, marchoso
y retrechero. Ante ese armamento Asis
Taboada, marquesa, viuda y ardorosa puede darse por jodida; sus defensas
morales, sociales y aparenciales se resquebrajan y de esos escombros quizá pueda
extraerse una defensa de la mujer y su
libertad. Reprimida en su fuego de desorden por el hielo de las clases sociales
y el qué dirán. Hasta que llega la
insolación y la manzanilla. En Diego
Pacheco, Jose Manuel Poga, resulta excesivamente paródico. Memorable la borrachera en la
pradera de San Isidro por parte de los dos y la mejor María Adanez. Y muy bien Pepa
Rus que triplica papel; excelente como duquesa de Sahagún y como ventera. En Ángela, la chacha, tiende a
imitar a Gracita Morales. Y la
graciosa de Gracita era inimitable.
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