miércoles, 30 de diciembre de 2015

LA PRENSA QUE SE VENDIÓ. ARCHIVO SECRETO DE IGNACIO AGUIRRE.

La Prensa que se vendió.
O la prensa comprada y manipulada, que una cosa lleva a la otra y no hay venta sin compra. Tuve en mis manos este texto hace un par de años por deferencia y amistad del autor Luis Santos. Hubo algo  que me llamó  la atención desde el primer momento; la sintonía  golpista del ABC de Sevilla cuando el tejerazo. Otra sorpresa fue la pasividad de Ignacio Aguirre ante las  sugerencias de Juan Carlos I de meterle mano a Eguin, “ese periódico proetarra”. Los trapicheos, fondos de reptiles y publicidad institucional  según los papeles que se manejan en La prensa que se vendió, se llevan a cabo con  una docena de periódicos del Pais Vasco, Cataluña, Andalucia  y Madrid.  Los datos que maneja  el autor  proceden de una fuente: el archivo secreto de Ignacio Aguirre, Secretario de Estado para la Información que, a la vez, maneja entre otros muchos, datos de su predecesor, el ínclito (adjetivación mia)  Josep Melia, pidiéndole disculpas al honorable Pujol  por dirigirse a él en castellano.

Los escribas de  Adolfo Suárez
 Elementos chuscos, como este, aparecen de vez en cuando en La prensa que se vendió. Falta uno muy sabroso que Aguirre no tenía por qué conocer referido a Carlos E. Rodríguez, ideólogo del suarismo en Arriba, aunque no tan principal como José Cavero, y muchísimo menos que Fernando Onega escriba de los discursos  de Adolfo Suárez. (Afirmación personal al margen del libro). Carlos E. se afilió al PSP de Tierno Galván,  pero se le descubrió una foto, hecho un mar de lágrimas y con un ramo de flores ante la tumba del recién fallecido Caudillo y eso le restó credibilidad. Sobre escabrosos sucesos y fiestas no santas  en Londres, que acabaron con la carrera política de un ministro,  en los que participó Carlos E., es preferible no entrar. Y naturalmente ni Aguirre ni el  libro entran.
Estos  tres periodistas adictos a Suarez crearon una publicación, Off the Record, bajo la protección del Secretario de Estado para la Información Josep Meliá,  según La prensa que se vendió. José Cavero se lo ofreció  al  presidente con una carta que empezaba, “Querido amigo, tener información es tener poder (…) sin pecar de pretenciosos creemos estar en condiciones de ofrecerle abundante y fidedigna información (…) Le ofrecemos el servicio Off the record  (…) Nosotros ponemos la información para que usted tenga el poder”. Y para que no haya duda de la familiaridad que ellos tienen con el poder, Cavero termina la carta:  “querido presidente, esperamos que te sea útil”, de su puño y letra. Con Leopoldo  Calvo Sotelo e Ignacio Aguirre en la Moncloa las relaciones con Off the record no fueron tan cordiales y fluidas.



Las cloacas de UCD y el archivo secreto.
Al parecer y tal como explica en el prólogo Pilar de Miguel, Ignacio Aguirre, se olvidó de ese archivo supersecreto al desalojar su despacho cuando UCD fue masacrada por los  votos.  Ignoro  por qué cauces llegaron  al autor, Luis Santos,  esos documentos. Las mañas, sobornos y pactos políticos de la UCD para tener una prensa a su servicio, me parecieron de interés y  aconsejé su publicación.  Inluso le recomendé a Luis que un libro de esas características  solo lo publicaría  Ramón Akal  -editor de mis libros malditos-    pues eran previsibles no pocas dificultades. El libro aparece ahora con el sello de una editorial desconocida para mí, Ediciones Carena.
La prensa que se vendió es un título ambiguo y por eso mismo con mucho gancho. No tiene que ver con cifras kioskeras de difusión, sino con una filosofía  de más alto rango que incluye compraventa de favores, torsión de una línea editorial, manipulación y corrupción,  en suma.   La prensa, liberada de la censura y la dictadura de Franco, se vendió a la democracia de UCD con  algunos  roces, pero pocos. De ello da fe el archivo secreto de Ignacio Aguirre,  gran muñidor de muchos desafueros, aunque no el único;  antes que él fueron secretarios de Estado para la Información Manuel Ortiz, Josep Meliá y Rosa Posada.   Luis Santos  reproduce en facsímil  documentos y escritos sin apenas   entrar en opiniones personales.

El golpismo de Abc de Sevilla cuando el tejerazo.
 En esa docena de diarios, echo de menos en la memoria de Ignacio Aguirre más  referencias al periódico Arriba, nido de rojos tan peligroso o más  que Pueblo que sí aparece profusamente.  Lo del rojerío  es opinión personal, no del libro. También en el viejo palimpsesto de Arriba se vendieron y compraron cosas, sin entrar en la venta, literal y metafórica,  de la Cadena de Medios de Comunicación del Estado, operación que llevó a cabo Malen Aznárez, con impecable acierto técnico. Aparte del diario Madrid, multado, suspendido y dinamitado, en el tardofranquismo y en la Transición había dos centros principales de agitación política, mejor dicho tres: las redacciones de Pueblo y Arriba y los talleres de ABC con fuerte implantación de CC OO. Sobre Arriba y la Cadena del Movimiento Aguirre apenas se pronuncia. Pero tienen una historia que algún dia alguien debiera contar, si encuentra algún archivo secreto como el de Aguirre. Algo, pero muy poco, he contado yo en  Historias golfas de Café Gijón.
La infiltración filocomunista en la prensa era la gran obsesión de Ignacio Aguirre; lo cual lo llevó a proteger y a otorgar favores diversos al ABC de Guillermo Luca de Tena, frente al izquierdismo de El Pais: y ello  pese a la  simpatía de Jesús Salas, director de Sevilla, con el golpe,   o los golpes, del 23F. El estudio y la reproducción facsímil de documentos de La prensa que se vendió,  acaba en el  triunfo electoral de Felipe González.

Y llegó el felipismo y EL PAIS.
 Con ello no sabemos cómo se vendió el Pais al felipismo, ni la jocosa exhibición de testosterona que hacia Jesús de Polanco entre sus amigos y mayordomos; las listas negras de periodistas, nada sospechosos de franquismo, de Juan Luis Cebrián. Bueno, lo sabemos pero no a través de este libro que se cierra con la destrucción de UCD. Sobre esas listas negras embadurnadas de progresismo, bien podría decir algo El Pais de antes y el de ahora:  o conversos al felipismo o nada. ¡Pais!


Aprovechando la coyuntura, el autor y la prologuista de La prensa que se vendió, abogan por un código de buenas prácticas, por una deontologia profesional. Eso difícilmente podría suscribirlo Ignacio Aguirre, inspirador de este libro y gran aficionado taurino. Solo en toros y no siempre, años más tarde, logré entenderme con él.  Le gustaban más mis crónicas del Mundo que las de Joaquín Vidal; pero creo que  era porque Joaquín, el maestro indiscutible,  escribía en  El Pais al que  Aguirre era claramente desafecto. 

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