Páginas

jueves, 5 de noviembre de 2015

LOS PELIGROS DE PACO UMBRAL .SEDUCCION DE PIA TEDESCO


Umbral, peligro. Un clase en el Master
Una clase  en el Master del Mundo es un gran experiencia sobre todo para alguien de escasa vocación docente como yo. Cuando más ejercité esta actividad  fue, por necesidad, en mi época de charnego en Barcelona como profesor de latín. Esta promoción, así a vuelapluma, parece  indagadora sin tregua, primera exigencia para ser periodistas; y con la generosidad de atribuirle al “profesor” dudosa jerarquía de magisterio. El magisterio, seamos claros, parte  de alumnos que abren  nuevas dudas a unas teorías que consideramos canónicas. No hay canon; hay  heterodoxia o no hay nada.
Para iniciar una reflexión  sobre el sentido del periodismo y para  la cuestión del estilo, sostuve que Francisco Umbral  había hecho mucho daño a las promociones de periodistas posteriores a él. La distinción entre escritores que escriben en periódicos y periodistas  es  artificiosa.  Umbral es un periodista maestro de la columna y alquimista de una actualidad que fija en el imán de las negritas.
¿Cuál es el peligro de Umbral para los jóvenes?  La  dirección antagónica de su estructura estilística; o sea la palabra canalla y la palabra lírica: la calle y la academia. Lo que García Posada llamaba  el látigo y la rosa. Los fervorosos de Umbral suelen quedarse en la rosa, pero les falta el látigo. El problema no es Umbral, sino los umbralistas; los que tratan de imitar un estilo inimitable; sobre todo por el don de la adjetivación.  O las asociaciones adjetivadoras, que esa es otra.
 Le debo a  Pia Tedesco,  cabaretera argentina   en la Sala Jardiel Poncela  más que una crítica; más que un mirada con la esperanza de verla reflejada en su mirada inmensa. María Tedesco es de esas mujeres  que en la distancia corta tiene la mirada más bella que los ojos. Ese es el secreto de algunas personas. Tan misterioso como  inocencia de Pia, demasiado  para una cabaretera que padece y  canta penas de amor. Le debo unos  versos por haberme hecho partícipe de su espectáculo, por la complicidad de una juventud imposible, como si el tiempo caminase a la inversa, en busca del milagro de una noche en un teatro de Alcobendas hace 40 años: Sara Montiel  sentada en mis rodillas acariciándome los ojos con el humo de su cigarro.
Paco Umbral, cuando se lo contaron, por poco se muere de envidia. Y creo que siempre me guardó rencor, pues se creía con todos los derechos sobre su idolatrada Sara. Como muchos de mis amigos ayer en la Sala Jardiel Poncela, que se jodan, ¡hala!. Tengo el destino fatal de hombre al que las mujeres más bellas toman por asiento, lo cual, creo yo, no es un destino glorioso aunque lo parezca y yo lo acepte como tal. Así  tengo yo de desahuciadas mis piernas: de tanto soportar el leve peso de mujeres gráciles, angélicas o perversas.
No demoraré más ese verso prometido. Y puesto que Pia Tedesco nos cuenta una historia de amor maldito, echo mano de mi libro Indicios y desmemorias, y leo con el pensamiento puesto en la sufriente Pia Tedesco, dulce cabaretera  ultrajada por un mundo canalla; “Pronunció/ la palabra fatal/ dijo amor/y se hundió/ en el abismo”. Todo esto no me libera de mi melancolía esencial. Sigo fiel a don Ramón de Campoamor, cuando  crepuscular y amante, se lamentaba: “las hijas de las madres que amé tanto/ me besan ya como se besa a un santo”.   

El amor y otros vicios no es solo Pia Tedesco, aunque sea mucho. Es también un colosal grupo musical: Joshua Diaz, Gerardo Ramos, Ramón Mucci y Néstor Ballesteros. Pero  hoy todas las metáforas han de ser para Pia Tedesco. Prometo volver sobre ese grupo y la magia del clarinete de Joshua en  la sala Guirau. He seguido el  pulso de esa sala bajo la mano, hasta el momento independiente y firme, de Luis Torres. Y siempre abierta. Nota: no se sorprendan si en ocasiones se me va el nombre de Sala Jardiel Poncela a Sala Guirau. Es un homenaje al amigo difunto, Antonio, que sacó un gran partido de ella cuando era un simple salón de actos. El subconciente es implacable.

No hay comentarios:

Publicar un comentario