jueves, 29 de octubre de 2015

CATALUNYA ENS ROBA. PATRIOTISMO Y SEPARATISMO.

 España ni rota ni roja.
Una España roja no la verán nuestros ojos, y mucho menos de ese magma indescifrable e inextricable que es Podemos. Y una España rota, tampoco  La idea de España no es patrimonio de la derechona; y tampoco de los cruentos vencedores del golpe de Estado del 36. El estado español, a causa de la unidad de España, pasa en estos momentos por una de sus mayores crisis que a nadie deja indiferente, salvo a muchos  campesinos escépticos de la estepa castellana, hartos de a cuestión catalana, eterna, y, al parecer, sin solución. El separatismo pujolesco y su continuidad en  Mas, está en un callejón sin salida y se basa en el robo y la corrupción. Pero gracias al terremoto de estos dias se ha descubierto el enigma de la fortuna de los Pujol. No robaban para sí, sino que ahorraban para estos momentos de quiebra  y bancarrota. Gracias a esos 900 millones de los Pujol, y los que vengan, se podrán pagar las deudas el gobierno catalán. Los impagos a las farmacias y muchas cosas más. No es seguro, pero el patriotismo de Pujol pudiera poner a disposición de la marea separatista su torrente de millones afanados. Claro que, con frecuencia, el patriotismo es un refugio abyecto de canallas.  Los Pujoles deben ir a la cárcel en previsión de que su acendrado patriotismo les permita seguir robando. "Catalunya ens roba" 

Puede que   un referendum entre el resto de los españoles sería más favorable a la separación  que muchos catalanes.  Yo no lo comparto del todo; porque los españoles somos un poco cafres y de ahí pasaríamos a jalear al Duque de la Victoria: "hay que bombardear Barcelona cada cincuenta años"; aunque sea contando con los dedos, los campesinos de mi tierra y limítrofes saben sumar y restar. Y ya nos pasamos 26 años de propina.
 No es un chiste y, en todo caso, sería un chiste cafre e indeseable. Pero líbrenos dios de la cólera del español sentado; o cansado, que no lo sé. El discurso separatista de Mas y de Pujol, grandes ladrones envueltos en la senyera, es una entelequia. Se da contra el muro de Europa y no solo con el muro de la Metrópoli. Otra cosa es el desafío político que plantean al Gobierno español, cuyas tribulaciones no me inducen a la piedad ni siquiera en este momento. En  este caso y, ante las dudas legales, recuerdo un chiste de mal gusto, pero muy gráfico, que he escuchado desde mi niñez: "al amigo, el culo; al enemigo, por el culo; y al indiferente, que le apliquen la legislación vigente".


Jose Antonio y el amor de  la muerte
Bellísimo espectáculo, cuya verdadera protagonista es la muerte, la sombra y la premonición de la muerte. Misterio y dramatismo. Ultimo segundo por el que pasa toda una vida. Bob Wilson, me parece recordar, lo hizo con Hamlet. La Muerte es la verdadera enamorada de José Antonio, más que Pilar, duquesa de Luna; más que Eisabeth Asquith, la princesa roja. Hasta Azaña sufre una convulsión cuando, a instancias de Bibesco, accede a encarcelarlo para preservar su vida amenazada. Esa convulsión se intensifica cuando no logra liberarlo de la cárcel de Alicante.  Largo Caballero  negó siempre que él no accediera al canje por un hijo suyo también encarcelado. Franco asesorado según el texto de Alvaro Sáenz de Heredia, por Queipo de Llano, el general borracho  según Alberti y testigos presenciales,  miró para otro lado.
 Eizabeth Asquith, la amante, la Princesa Roja, britáce convierte así en un ser trágico, con todos los elementos de una heroína fatal Sófocles  o de Eurípides. Azaña, por otra parte, en sus dudas y tribulaciones, adelanta el perfil de un político  con conciencia de culpa, que dijo en su postrer discurso: “paz, piedad, perdón”.
 Los musicales, tanto en cine como en teatro, me aburren; pero en este ha prevalecido mi apreciación del montaje y de la palabra hablada,   razonablemente respetuosa con la palabra cantada. Me parecieron excelentes las voces poderosas  del tenor Juan Carlos Barona (José Antonio) y el barítono Paco Prado (Azaña); y las de las chicas, líricas, sugestivas e insinuantes: Sonia Reig, la muerte, Cecilia Regino,  Pilar, la novia aristócrata; e Irene Mingorance, el amor prohibido y total. Hermosas las tres,  con suficiente calidad de actrices  para iluminar  el escenario.

Asquith, pesonaje trágico.

Mi princesa Bibesco es un montaje bello y honrado; un texto valiente  que afirma que Primo de Rivera fue mejor comprendido por la izquierda española más responsable, que por la derecha y la aristocracia que lo detestaban. Cuando el padre de Pilar, su novia, le obliga a romper con ella, José Antonio le escupe: “No hay más aristocracia que la del trabajo”. Con él concidiría años más tarde el Nobel Albert Camus: “no hay más aristocracia que la del trabajo y la inteligencia”
 José Antonio sigue siendo una herida abierta y sin cicatrizar de la historia de España; cumple a los falangistas reivindicar la figura de su líder. Los no falangistas, marxistas melancólicos estudiosos de la historia, hemos estado condicionados siempre por el barniz fascista musoliniano del primer José Antonio. Es tarea de  los falangistas, si alguno ha sobrevivido a la  perversión y a la sodomización de su doctrina por parte del General, esa labor de reconstrucción histórica. Olvidarse de la “dialéctica de los puños y las pistolas”  frase que probablemente José Antonio lamentó siempre, y profundizar. De todas formas tampoco hay que cogérsela con papel de fumar. Marx afirmó que la partera de la historia es la violencia.

Por lo que a mí respecta, como crítico teatral,  este montaje de Alvaro Sanz,  cinematográfico,  es de una belleza inusual. El doble plano, el escénico real y su prolongación  virtual, es un alarde técnico de espléndida resolución, sobre todo para representar las escenas de  masas.

sábado, 17 de octubre de 2015

CELIA GÁMEZ, ALFONSO XIII, LA LEGIÓN Y JUANITO BELMONTE .


Celia Gámez Alfonso XIII y ....Millán Astray.

Celia Gámez fue muchas cosas: el Pichi, el pasodoble, el chotis, el tango.  Pero fue, sobre todo, la revista sicalíptica y pecaminosa. Fue el pecado imposible de los españoles.  Tan hermosa y escultural  era que Alfonso XIII se prendó de ella cuando, recién llegada de la Argentina, cantó en España por primera vez, vestida de gaucho. Ya es mérito. A partir de ahí, el rey la agasajaba y su fama se disparó de forma irreversible.  Cuando colgó el traje de gaucho los madrileños empezaron  a llamarla, Nuestra Señora de los Buenos Muslos.
Santiago Castelo, poeta y periodista recientemente fallecido, ha escrito un  una biografía con su elegante estilo, pero sin eludir ninguno de los aspectos escabrosos o turbios de su vida apasionante: desde la protección de Alfonso XIII y su hijo, el Príncipe de Asturias, hasta el expolio a que la sometió la República despojándole hasta de la última joya, su chotis infame y vengativo Ya hemos pasao, en respuesta al no pasarán de La Pasionaria. Un texto limpio, como la puesta en escena de Emilio Sagi. 
 He escrito mucho sobre Celia Gámez pero Santiago Castelo lo sabía  todo.   Una vez metí la pata hasta más arriba del corvejón, vistiendo de blanco a la Gámez en su boda de los Jerónimos. No  era el color de la virginidad lo que más cuadraba a Celia desde luego. Un depositario de la memoria hipócrita del franquismo me lo contó y yo lo creí; pero las fotos no mienten y Celia iba de obscuro. Se lo conté a Santiago Castelo en unos cursos del Escorial después de un estimulante debate sobre doña Concha Piquer y Miguel de Molina. Y el bondadoso Santiago se partía de risa.Valga este comentario, in memoriam del  generoso amigo. La boda de los Jerónimos fue sonada; y el padrino, el general Millan Astray, fundador de la Legión y troceado  por las mutilaciones, tuvo que recurrir al grito de guerra, a mí la Legión, para salvar a la novia del tumulto

Fue novia del torero Juanito Belmonte, pero se casó con un dentista que le puso los cuernos con una chica de la compañía. La resolución de este trance demuestra su carácter como mujer y el talento ingenioso de Castelo como libretista. Las canciones las pone Ivanna Rossi, un timbre metálico acariciador  y una voluptuosidad de seda. Y cuatro vicetiples de cierto tono jocoso; esculturales, como corresponde, y que no hacen sombra sonora a Ivanna, buena actriz, cosa infrecuente en estos lances de vedettes y de plumas. Ya retirada de esta parafernalia,  descubrí a Esperanza Roig como una actriz suprema haciendo Aquí no paga nadie, o alguna otra del repertorio de Darío Fo. 

Tarde de tormenta en Madrid el domingo. Me gusta la cólera de la naturaleza enfurecida; como si fuera una advertencia al artificio de la vida urbana. La sala del Canal llena a rebosar Algunos de la tercera edad y casi todos de la cuarta. Nostalgia, entusiasmo. Hubo que evacuar a una anciana centenaria empeñada en corregir por lo alto a Ivanna Rossi, con un reiterativo "pero un beso de amor no se lo doy a cualquiera". La familia, avergonzada, la sacó a rastras. Y le jodieron la diversión, la ancianidad y  seguramente hasta la juventud le jodieron. Fuera, diluviaba con gran aparato. Y Madrid se revolcaba en el caos.

Intrahistoria de la restauración de la Comedia.
Catorce años creo llevaba el teatro de la Comedia, sede de CNTC cerrado por reformas. La CNTC la fundó en 1986 Adolfo Marsillach, un hombre al que no gustaban los clásicos. Se apoyaba en Pérez Sierra que le gustaban, y le gustan más. Remozado ha quedado el coliseo,  que no modernizado,  y limpio limpísimo. Y ha abierto sus puertas, entre las que echo de menos las de madera del vestíbulo  interior, que eran un canto a la rotunda artesanía. O eso me parece recordar. No me hagan mucho caso. La melancolía por un viejo vestíbulo que me gustaba más que el nuevo de los arquitectos Araujo y Nadal puede distorsionar mi frágil memoria. Iba a la Comedia con la inocencia intacta. Y salí con la virginidad perdida. El suelo del vestíbulo parece un piso de piscina de verano o de urinario público.
La última representación  fue La dama boba, dirigida por Helena Pimenta. Y la primera de la nueva etapa ha sido El alcalde de Zalamea, montaje también de la Pimenta. Se acabó el exilio en el Pavón de  Pepe Maya que, en régimen de  alquiler, buenos dineros habrá costado. A mí las finanzas no suelen llamarme la atención hasta que me encuentro con Hamlet  que me musita al oído, “economía, Horacio, economía”. Seguí de cerca el inicio de un proceso de restauración que ha durado catorce años. Creo recordar que Tomás Marco, todavía director general,  ofrecía restaurarlo en un año con la convicción y promesa de que los costes los condonaría Patrimonio o no sé qué entidad. Las obras, necesarias, se iniciaron ya con Andrés Amorós en el poder. 
Me saca de mis tribulaciones la sonrisa perenne, el beso  afectuoso de Francisca  Miranda Garrigues. En un estreno,  veo a Fran y me digo el mundo sigue sobre sus cimientos, toda va bien Fran nos cuida y nos vigila. Luego veo a Diez Borque, el que más sabe del Siglo de Oro. Su estudio sobre, precisamente, El alcalde de Zalamea  es modélico. Le entrevisté hace 30 años para El independiente, de Pablo Sebastián y dije entonces que me parecía un sabio. Lo es y me ratifico. Diez Borque es el que más sabe  del Siglo de Oro y lo demuestra a cada momento. Te coge por banda y  dicta una lección magistral sobre Calderón en un minuto.   El teatro de la Comedia tiene una historia y una intrahistoria. Tomás Marco, cuando era director general del INAEM, se lo compró a Tirso Escudero por 500 millones  de pesetas. Fue una buena operación teniendo en cuenta que Tirso Escudero cobraba de alquiler una cantidad superior a los  100  millones de pesetas. La sala sigue siendo la de siempre, quizá más reducido el patio el butacas; yo al menos, no percibo cambios que dañen su belleza inmortal, salvo las butacas que, en vez de madera, parecen de un material sintético. !Qué obsesión  la mía con las maderas y los herrajes!. Herencia, sin duda, de mi padre que era un magnifico herrero y trabajaba los troncos de encina.
  Júbilo al final sobre el escenario. Con las estrellas del suceso, un colosal Alcalde de Zalamea, salieron a saludar porteros, taquilleras, acomodadores, la jefa de sala Graciela, equipo técnico. Auténtica democracia más, o por lo menos tanta, que la de Calderón y su justiciero alcalde. Esto es una crónica social a la que falta la innumerable lista de invitados ilustres. Estaba “todo Madrid”. La crítica teatral, mañana. O pasado.

Los diablillos rojos.
En Segovia estrena Eduardo Galán Los diablillos rojos, camino  del Amaya de Madrid, a primeros de año, cuando Arturo Fernández eche el telón. Es un texto que une las dos vertientes de la dramaturgia  de Galán: la comedia y el drama. Dos casos de locura  basados en hechos reales. La realidad ha sido siempre para este autor, que ocupa en el Beatriz Galindo la cátedra de Literatura de Gerardo Diego, fuente de inspiración. Lo fue en Maniobras, una teniente del Ejército violada por un superior; y un director de teatro que trata de pasarse por la piedra, y se lo pasa, a un joven actor. Los militares querían pasar por las armas a Eduardo y los cómicos querían cortarle los güevos.

jueves, 15 de octubre de 2015

MAQUIAVELO; APERTURA TEATRO LA COMEDIA

Teatro y política
Reflexiono poco antes de salir hacia la Sala Negra de los Teatros del  Canal para ver El Principe, una adaptación de Juan Carlos Rubio interpretada por Fernando Cayo: ¿qué lugar podría ocupar hoy en la política española el refinamiento del educador de príncipes, Nicolás Maquiavelo?. Probablemente ninguno.  O todos, que también podria ser; sólo que a lo zafio y un poco a lo bestia. Pablo Iglesias tiene publicado  un libro en Akal, Maquiavelo frente a la gran pantalla: cine y política; pero eso no quiere decir nada. A lo que se ve,  ninguno de la nomenklatura de Podemos, ni  otras nomenklaturas de otros partidos, ha heredado la teoría política florentina del autor de El Príncipe. Maquiavelismo !cuántas barbaridades se cometen en tu nombre!. Voy a un  estreno restringido, con más morbo político que teatral. En buena lógica todos los políticos españoles, los más cafres y los menos, si alguno hay, debieran estar esta tarde en el   Canal; más provecho alcanzarían, seguro, de esta obra que de sus asesores y escribas que, con frecuencia, parece haberlos contratado el enemigo.

El paisaje.
Desde la derecha se ve el panorama político español como un paisaje  abrupto habitado por vándalos, aunque con matices: bolivarianos, chavistas, castristas, bolcheviques, leninistas, estalinistas, separatistas;  y chequistas del KGB. Putin ha protestado diciendo que el KGB genuino sigue siendo él, el nuevo zar que amenaza el equilibrio/desequilibrio de Europa. Desde la izquierda se describe el paisanaje de las derechas, como una caverna en la que, en vez de las sombras de Platón, son las sombras de Franco las que fingen fantasmagorías.

Los partidos, todos,  interiormente,  se destrozan a dentelladas, corre la sangre política y florecen los proscritos. El PP se desguaza entre querellas tribales y, para hundirse del todo, Rajoy no necesita el armamento de la batalla electoral. Le basta con el fuego amigo y la guerra guerrillas de Federico Jiménez Losantos,   y de Pedro Jota Ramírez. Parece que el  bipartidismo, PP-Psoe, que era el objetivo de Podemos, tañe a muerto con el espectacular ascenso de Ciudadanos, la nueva tierra de promisión. Tal como venían las cosas era previsible que ese espacio lo ocupara Podemos. Pero Pablo Iglesias, Errejón, Monedero y Echenique, la han cagado; con perdón. ¡Qué país, qué paisaje y que paisanaje! . Parece un chiste de la vieja Codorniz. 

viernes, 2 de octubre de 2015

POTENTE MONTAJE DE DARIO FACAL DEL BURLADOR DE SEVILLA


Teatro, toros y flamenco
La teoría de los colores es muy importante en la farándula; y no me refiero al vestuario, la iluminación y el espacio escénico solamente. Hablaría en este caso de la interacción de los colores y ya está. Por cierto, el vestuario de Ana López y su equipo es fastuoso, uno de los puntos fuertes de la función. Me refiero a las supersticiones y recelos sobre el color de la indumentaria. Por supuesto respeto el terrorismo cromático del amarillo, porque según cuentan Moliere murió en escena vestido de amarillo limón.
Un dia Adolfo Marsillach quiso demostrar que lo del amarillo era una superstición sin fundamento, usó y abuso del amarillo hasta en  el patio de butacas y se  pegó el jaulazo. Yo creo que el desastre iba implícito en el montaje; pero ahí queda el dato, por si acaso. Yo, ni al teatro ni a los toros voy nunca de amarillo, absurdo en los toreros que llevan las vueltas del  capote de ese color. Chenel veía un amarillo en los tendidos y se ponía de los nervios. Teatro, flamenco, toros y el dorado color de la manzanilla de San Lucar. Coincido con Christian Vanderdeellen,presidenta del Club Taurino de Bruselas y con Jean Louis Castanet,  escritor y aficionado francés. Mañana entregan a Diego Urdiales el premio Wellington. La Quimera, tablao Flamenco, le da al riojano el premio Curro Romero, en una gran fiesta flamenca presidida por el Faraón en carne mortal. Nos invitamos recíprocamente:  al Wellington y a la Quimera que, con todos mis respetos será más jonda. Y divertida .
No me fijo mucho de qué van los estrenistas en el Español; yo  voy de naranja hace tiempo, antes que lo pusiera de moda la gente de Ciudadanos El naranja no es el amarillo, es otra cosa, aunque algunos daltónicos quieran inducir a confusión. Cada vez me gustan menos los estrenos, pero  si voy suelo hacerlo de rojo y negro, combinación cromática que es una declaración de insurgencia anarquista. Ayer, en el  Burlador, camisa naranja veraniega de raya fina, Burberry, pantalón vaquero azul claro y zapatos de  piel vuelta  azul marino.  Pero algunos amigos  daltónicos  del teatro y de la indumentaria la tomaron conmigo: provocador. Tuvo que rescatarme Rosario Calleja y teorizar con fina dialéctica que el naranja es el color de la energía positiva, un fuerza vitalizadora, un destello  fetiche en suma. El color ideal, el de la suerte en un estreno.  

No sé si llevé la suerte o no ; el entusiasmo del público fue menos tórrido que las  escenas de fornicación urgente y atropellada  de don Juan. Para empezar un orgasmo de Isabela, en primerísimo plano y desnudez, gracias al video o al selfie o  algo así. Reconfortante  el cinematografismo de Dario Facal en casos así en qu la mirada y la voluptuosidad se intensifica; en otros es una exhibición esteticista  de dudosa eficacia. Este estreno dará que hablar; es una apuesta llena de riesgos  y de audacias. Y no puede reducirse al  enunciado simple de esteticismo.