martes, 14 de julio de 2015

FESTIVAL DE ALMADA: NOVÍSIMO TEATRO ESPAÑOL


Los nuevos autores .  
En el debate sobre  O novíssimo teatro español, en el Festival de Almada José Gabriel López Antuñano fijó los puntos de partida: un recorrido por las distintas generaciones desde los 50 del siglo XX hasta la laberíntica y vertiginosa  fiebre creadora de estos momentos; las propuestas de ruptura y vanguardia.
  Por la tarde vimos Los nadadores nocturnos,   Miranda Gas Peña en la misma  línea ascendente que en el Max Aub de Cracio Tengo tantas personalidades que…..  Atención a esta joven actriz de estirpe. José Manuel Mora es, fundamentalmente, un poeta existencialista con   una poética dramática aún sin definir. El propio Mora había explicado por la mañana que su obra es más cosa de  Carlota Ferrer lo cual ésta negó con humor e ironía. Más que al escepticismo, la pieza de Mora, conceptualmente, está más próxima a un absurdo inconexo de la desesperanza. Prematura esta convicción en los jóvenes; es como llegar a la decadencia sin haber pasado por el esplendor.  
Veo mucho teatro alternativo, todo lo que puedo: cosas buenas, regulares  y algunas decididamente cuestionables. Muchas veces coincido con Luis María Anson; por el atuendo, a él lo confunden con un dependiente del Corte Inglés y a mí, por  mi barba y mi bastón, con un venerable maestro sin nada nuevo que enseñar.
 Lo alternativo no es solo un circuito en oposición al teatro convencional; es una estructura aleatoria de talleres, laboratorios, investigación de nuevas formas.  Pero queda poco por inventar; antes que Angélica Lidell estaba Antonín Artaud y su teatro de la crueldad; y antes que la danza como elemento teatral generalizado, la genial Pina Baus.
En el debate sobre  O novissimo teatro spanhol moderado por Antuñano estaban presentes  bastantes de las nuevas tendencias novísimas;  Carlota Ferrer, David Ojeda, Diego Palacio Enríquez, Iván Morales, José Manuel Mora. En la mesa también estaba, quizá como puente intergeneracional, José Ramón Fernández, ya un clásico como Juan Mayorga, por ejemplo. Y  José Ramón Fernández, que no tiene nada que ver   con los novísimos.  
El título, Los novísimos, me recordó la famosa antología de poetas de Castellet, del mismo título, en los años sesenta, que pretendió establecer los nuevos cánones de la poesía española, reacción lógica contra la poesía social cargada de futuro que decía Gabriel Celaya.  Todos, y los poetas más,  hemos matado a los dioses inmortales y hemos querido pegarle fuego al Olimpo. De esa antología con una estética culturalista de cine y otras artes y viajes, quedó por encima de todos un loco, estricto sensu de manicomio, Leopoldo María Panero. Y  Pere Gimferrer, Premio Nobel si la Academia sueca, en vez de en sus excentricidades, se fijara en su poesía .Recuerdo Oda a Venecia, frente al mar de los teatros y  por eso llamaron venecianos a él y sus seguidores. Muchos de aquellos novísimos yacen  sepultados  en el club de los poetas muertos.
También  saqué a colación el desarme ideológico que, tras la democracia, desmovilizó a la sociedad española y a los viejos rockeros del teatro independiente. Conclusión: la vanguardia española, en líneas generales, practica  un  formalismo y sin compromiso con la realidad social. Señalé que, para vanguardista Maiakoswki, y para revolución también. Tuvo que suicidarse, cosa que no les deseo a ninguno de los/as vanguardistas españoles.
Hubo un momento caliente y un poco crispado, cuando  Iván Morales declaró su vocación de dedicarse sacrificialmente al teatro, pero con intenciones de vivir de él exclusivamente; acusó de dominguero a José Manuel Mora por tener un empleo fijo. Sonó a  ajuste de cuentas, ignoro por qué causa o querella. Una dedicación full time  no garantiza la excelencia. Un empleo, sin embargo,  puede garantizar la independencia. Eso defendieron al menos Mora y José Ramón Fernández, que no es precisamente un novísimo aunque lo fue.
 La modernidad desconoce la historia del teatro que legítimamente quiere revolucionar y  es de una preocupante indigencia teórica. Desconoce que el gran desafío, sin abdicar de la forma y la investigación, es la crítica política, el teatro como contrapoder con  formas revolucionarias. Por ejemplo Alfonso Sastre,  y su teatro imposible, bestia negra de la censura zafia del franquismo e   ignorado después por la democracia putrefacta. Sastre al que Juan Carlos Pérez de la Fuente pretende recuperar para el Teatro Español de Madrid, si la nueva concejala de cultura y Manuela Carmena  lo permiten. El proyecto es ambicioso y Pérez de la Fuente   conoce la obra del exiliado de Hondarribia para el que dirigió con éxito, desde la iniciativa privada, Dónde estás Ulalume dónde estás. Celia Mayer ha declarado: “hay que democratizar el teatro”; buena ocasión para democratizar a Sastre.



No hay comentarios:

Publicar un comentario