miércoles, 18 de marzo de 2015

MIGUEL DE CERVANTES, CRONISTA TAURINO


No  es coña. Don Miguel de Cervantes  cuando le dejaba tiempo libre la redacción del Quijote, fue cronista taurino. Eso supone al menos José Maria de Cossío, quien afirma que en 1605 pudo encomendársele en Valladolid a don Miguel la recepción, o crónica,  de la corrida conmemorativa  del nacimiento de quien más tarde sería Felipe IV.

Cossío no llega a demostrar nada, pero como rumor vale. Lo avalamos Celia Forneas y un servidor que, seguidor de la doctrina de Paco Umbral, pongo más fé en un  rumor que en  una noticia.  Celia Forneas es una investigadora de periodismo a quien el taurinismo ignaro y pedernal ha ninguneado sistemáticamente y a conciencia. Al taurinismo ignaro y pedernal el conocimiento de su historia se la suda

Aprovechando el revuelo necrófago y funeral que se ha levantado en torno al descubrimiento de los restos de Cervantes, autor del Quijote como muchos  acaban de descubrir, traigo a colación esta noticia: Cervantes, cronista taurino. De hecho yo me metí en esta cosa de los toros, convencido de que, después de pegar unos cuantos muletazos periodísticos, podía escribir el Quijote; pero me dí cuenta  de que el Quijote ya estaba escrito.

 De algo, pues, y con todos los respetos a los  buscahuesos -sean los de Lorca, los de Cervantes o los de cualquier ser anónimo en una cuneta apócrifa-  nos ha servido este revuelo de cenizas y huesos suculento banquete de  gusanos; descubrir la parte más cotidiana, prosaica y, a la vez,   oculta de Cervantes: su coyuntura de cronista taurino, fuere por necesidad o por afición. No hay constancia de que como cronista accidental, Cervantes pusiera el cazo o recibiera sobres.  

Cervantes anduvo en pleitos con la justicia porque las cuentas de recaudador o alcabalero no le cuadraban. Y que nadie me venga ahora diciendo que ultrajo la memoria del genio de nuestras letras. La vida del más grande escritor de todos los siglos fue dura y con frecuencia diéronle cárcel las Españas. También sufrió cautiverio moro tras asistir, como combatiente, a la más alta ocasión que vieron los siglos, o sea Lepanto contra el turco.  Yo no pondría la mano en  el fuego por la ortodoxia y la independencia taurina de Cervantes, si es que llegó a escribir aquella célebre recepción,  una revista para entendernos en lenguaje más moderno.  

Imaginación tendría que haberle echado en estos tiempos, pues no es lo mismo la reyerta diaria de una crítica que unos versos gloriosos  para unos cortesanos caballerescos y alanceadores . La corrida de hoy, cartel  de figuras, figuritas y figurones, según el gusto de cada cual, no da para grandes relatos. Un ventarrón horrible en Valencia, lo que explica por qué los mediotoros, los animalejos  claudicantes de Zalduendo, anduvieran con tanta insistencia por los suelos.

 Alejandro Talavante apuntaló la debilidad menesterosa de los toros y le bajo la mano al viento yéndose al pitón contrario de la borrasca. Francisco Rivera, anduvo parejo de los toros, o sea justo de fuerzas. Y Morante de la Puebla sigue aspirando al milagro de taparse con unos lances de inspiración. No fue, en verdad, una corrida cervantina. Ni tampoco para don Francisco de Quevedo del cual sí está datada una grande e inspirada recepción por parecidos tiempos a los de Cervantes. Depende  de lo que ocurra mañana, se la contaré o no.

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