viernes, 19 de septiembre de 2014

OTRA VEZ PREGONERO EN LOGROÑO, DONDE NUNCA FUI EXTRAÑO


Confieso que de los  días pasados en Logroño lo mejor no ha sido el mano a mano entre Morante de la Puebla y Miguel Ángel Perera en La Ribera. Para mano a mano prefiero el que mantuve en la librería Santos Ochoa con Manolo González, referencia inexcusable del mejor periodismo radiofónico,  a propósito de la presentación de Historias canallas del Café Gijón y La Argentinita (escrita  con Diana de Paco Serrano). He mantenido también otros  mano a mano más intensos que el de Morante y Perera, con la basura de los toros de Vellosino y la incompetencia  de la presidencia. Mierda de toros, mierda de monoescaste Domecq que está haciendo más daño a la Fiesta que las siete plagas de Egipto. Contra esto se rebela, a medias,  la mejor afición,  pero al fin traga qué remedio.

Estos toros son impropios de la Ribera y, si me apuran, impropios de cualquier plaza seria, aunque muy propios para las pinturerías poderosas de Perera y las gracias angélicas de Morante. Morante, torerísimo y sevillano afeó su torería con un infame bajonazo asesino; Perera poderosísimo y extremeño no tuvo adversarios. En general anduvieron a  gorrazos con los blandísimos toros de Vellosino. Mierda de toros. Pero tampoco hay que engañarse; si la Ribera no es la misma, la afición tampoco: se ovacionó un par traserísimo de Juan Sierra que se desmonteró,  y los tendidos apenas se cubrieron en la mitad.

Lo que sigue  siendo lo mismo desde hace  unos cuantos años es la prepotencia y el trágala de la empresa Chopera. La afición está que trina; hoy era  dia de trabajo  y la hora de las 20,00 se ha puesto quizá pensando más en Bilbao que en Logroño. Da igual; ello no ha salvado del desastre la corrida.

Así que volvamos a otros mano a mano más importantes, al menos para mí que soy  quien dicta el espíritu de este diario; es una de las  ventajas que tiene la literatura memorialista o, para ser más exactos, diarística: hacer y escribir lo que te viene en gana. Y hoy me viene en gana destacar el mano a mano con Diego Urdiales, ante las fotos de Maite Túrrez y Cristina Gaviria, con Tomás Campos de sobresaliente, en el chamizo del Club Taurino Logroñés.  Esa expo irá a Arnedo cuando termine la feria matea.  Admirado está Diego de que su vestido Rioja y Oro, vistiendo el cual  cortó su primera oreja en Las Ventas,  haya dado origen a esa obra de arte que es Diálogo con el vestido de torear.

 Otro mano a mano reseñable fue con Juan Cruz Gastón; con  este hombre, vocacional y veteranísimo de la crítica,  los mano a  mano suelen ser religiosos, políticos e incluso taurinos. Se define como muy de derechas y, por contraste, a mí me dibuja como muy de izquierdas; ni lo uno ni lo otro.  Ello no impide que desde hace años mantengamos un dialogo fluido y cordial.

 Con Pedro Mari Azofra el mano a mano va siempre por los derroteros de Azcona, del vino, de las cosechas que nos hemos podido beber. Y sobre las fastuosas comidas que Carmen, su mujer,  irrepetible, prepara para las docenas de amigos que invaden su bodega en la Feria Matea. Más que mano a mano fue un diálogo de ausencias: no he podido ir a una comida. Con Pablo García Mancha no hubo mano a mano porque se cayó del cartel. Todo esto me permite repetir algo que ya he dicho en ocasiones: la crítica de Logroño, tanto o más que la de  la Metrópoli, es la más fiable de España.

Pero el mano a mano fundamental  fue el pregón que me encargó la neófita presidenta del Club Taurino de Logroño Conchi Martínez. Luis Ruiz me cubrió de elogios y, en correspondencia legítima, yo cubrí de elogios a Logroño y sus gentes.  Es la segunda vez que tengo el privilegio de pregonar San Mateo en la capital de la Rioja. La primera me llevó Pepe Rioja, auxiliado por una cuadrilla esencial, Luis Domínguez, Mariam Grijalba y Marisol Aldonza. Imborrable el recuerdo como imborrable serán los últimos dos días de mi reencuentro con Logroño.

Dentro de unas horas Miguel Ángel Perera matará seis toros en Nimes; mil kilómetros más o menos en  doce o catorce horas. Si los toros salen como la basura de esta tarde, no habrá problemas   para un torero poderoso como él. Pese a todo, hay que reconocer que  la vida de los matadores es dura. Un día aquí, otro allí; muchas noches y muchos kilómetros de carretera y de insomnio pensando en las fieras que matarán mañana. Y muchísimos sucedáneos  de toros que estoquear; esto para toreros de tronío como los de esta tarde, debe de ser insoportable. Así la vida es imposible.

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