miércoles, 30 de julio de 2014

VALENCIA. (III). PEÑA LOS MACHACOS Y LA III GUERRA MUNDIAL.


Machacos.

Los Machaco, peña antisistema, aunque la presida un juez ya jubilado, Mariano Tomás Benitez,  se  curó en salud y este año declaró, antes de la Feria de Sant Jaume, desiertos su principales premios. Sin embargo, el Jurado de la Diputación, cada vez más y gaseoso y evanescente, se ha apresurado  a declarar triunfador a Miguel Abellán. Eso está muy bien  pues Miguel Abellan anda últimamente entre el síndrome de mira quien baile y mira quien muere. No hay tarde que el toro no le dé una buena zurra y lo mande a la enfermería de la que sale con más apariencia de muerto que de vivo, justo en el momento oportuno. No es el único;  JT en Granada salió a matar su  toro que Finito de Córdoba había `pinchado ya dos veces. Cambiar revolcones por orejas está empezando a ser costumbre perversa. Todo el mundo, menos el propio Rafaelillo seguramente,, un coloso sin el añadido de desmayos y crucifixiones, creía que el murciano, tras su faenón al Cuadri, sería el triunfador. Pero no fue así; le faltó quizás una cornada, una puesta en escena trágica. De habérmelo dicho yo lo hubiese asesorado sobre el arte de interpretar;  o Fernando Muñoz que con Mayty se pasa la vida entre Valencia y el Foro  viendo teatro. Mas parece que esas lecciones de interpretación Abellán no las necesita.

 Los Machacos han cambiado sus normas este año, y han admitido en una de sus cenas tradicionales a una mujer: Anya Bartels una mujer alemana y fotógrafa. Excelente fotógrafa y supongo  que excelente alemana; la pasión alemana por JT.  Me parece muy bien esa apertura, pero hay  que tener cuidado, pues aunque sea entre amigos,  en el momento en que se miente a JT, puede declararse la III Guerra Mundial. Estando presentes Juan Manuel Mompó y Mariano Tomás la posibilidad de un armisticio siempre es posible. Pero conviene no tentar al destino pues  sabido es que lo carga el diablo. La I Guerra fue el magnicidio de un Archiduqe; la II, la necesidad de espacio vital para el III Reich. Sólo nos bastaba, para una tercera conflagración, el mito de un torero. Pudiera ser. Aunque mientras se mantengan Juan Manuel y Mariano Tomás al frente, el riesgo disminuye.
 
 Además el otro dia decubrí las dotes diplomáticas de Marcelino, el portavoz de los Machaco y la mesura de Carmelo, el cocinero. Y me reafirmé en que  Javier Mompó no apaga los fuegos con gasolina, sino que es la conciencia más radical de la peña y, si me apuran, de la mejor afición valenciana, con mucho temple.  Lástima que no estuviera Enrique Amat, al que llaman el Pluma por su condición de periodista, para levantar acta. Como Enrique Amat no estaba levanto acta yo.

Si en el anterior ágape, víspera de Fallas, describí a Marcelino, el portavoz, como el polifónico, dada su múltiple y diversa capacidad expositiva, hoy lo propongo  como Embajador Plenipotenciario  de la diplomacia machaca. Con Carmelo de secretario personal y escriba. Con independencia de los gustos y aficiones por un torero u otro, la cena fue un milagro: gastronómico, taurino y si me apuran político. No estalló la III Guerra Mundial, lo cual a las cuatro de la mañana, es digno de reseñar y la cena de Carmelo, fue de cinco tenedores. Mientras atendía a los fognoes, no podía atender a la discusión; mejor.
 David Loaysa, invitado también, al que los toros le traen al fresco, pues es teatrero y fallero y escenógrafo, resumió algo que, bien mirado, pudiera ser digno de Manuel Mompó y Mariano Tomás; “No habeis hablado de toros, sino de mitos y de dioses. Y un mito, un ser público, un dios como parece ser JT, tiene la obligación de aceptar críticas y reproches.  La cosa no es solo aprovecharse del tirón de la fama, sino aceptar también sus servidumbres”. Lo que quedó  meridiano y diáfano es la diferencia entre la dialéctica germana y la mediterránea.  Es como la diferencia entre el toreo sevillano y una capea.

La Diputación ha publicado hace poco hace poco un espléndido libro en el que  se recoge el  pensamiento taurino de Mariano Tomás, silente casi toda la noche, sus artículos  en Levante, Las Provincia y El Sol. Y sus libros que aúnan el rigor del magistrado y la fluidez de un periodismo fresco y bien hilvanado, su tauromaquia joselitista, (Miguel Arroyo), la larga secuencia de una vida de aficionado.  Como en términos estrictos no hemos hablado de toros, le prometo leerlo esa misma noche o al dia siguiente antes de que empiecen las sesiones del Congreso Taurino y otras Artes en la UIPM.  Aunque buen parte de esos artículos Toreajes ya los conozco; incluso me sirvieron como base de conversación con José María Aragón, su amigo del alma y cirujano de plaza,  en cálidas noches como ésta,  un poco menos turbulentas.
 En próximas entradas del blog, analizaré la razón o sinrazón del nombre de esta peña que he calificado de antisistema, a pesar de que la presida un magistrado, y su tesorero sea un hombre honrado sin fondos que malversar.  Y aunque los hubiera, tampoco. Machaco, Machaquito. Anís o torero. A las cuatro de la madrugada, el último Machaco sabe a gloria.    

 

  

sábado, 26 de julio de 2014

VALENCIA (II). VICENT LUNA EL MAESTRO FALLERO.


Hace años en Valencia utilizaba  para mis artículos la referencia de un maestro fallero que me corregía las crónicas y  sólo existía en mi imaginación. Al maestro fallero le atribuía el papel más crítico y yo me reservaba el complaciente y tolerante. Muchos sospecharon el artificio y alguno, un joyero deseoso de la notoriedad que no le daba su pingüe negocio, dió en proclamar que el maestro fallero de mis crónicas era él. Nunca podría imaginar yo que aquel juego  literario se haría realidad un día. El personaje ha venido en busca de su autor y al fin he podido ponerle nombre y cara: el maestro Vicent Luna Cerveró. Hoy es realidad lo que entonces era extraña invención. Era una especie de alter ego  tirando a rojo y a republicano; y, al conocerlo,  me he quedado sin alter y sin ego. Pero convencido de que soy un Pirandello en potencia.

Con esta idea me despedí de congresistas y organizadores en la UIPM, tras la formidable conferencia de Luis Francisco Esplá, gran  Ignacio Sánchez Mejías de La Argentinita de Santiago Sánchez, hace dos meses en el María Guerrero, sobre texto de Diana de Paco y mío. Y digo La Argentinita de Santiago Sánchez, porque el texto en manos del director de Imprebis, fue otra cosa, pura magia de una noche insólita. Esplá, una mente lúcida, aún no sé si ha salido del todo del papel de Sánchez Mejías. En ocasiones esa paradoja del comediante, en la que Diderot sistematizó un código entre la realidad escénica y la realidad real, pienso que impregna la palabra y el gesto del torero alicantino. Esplá ha dominado siempre  la puesta en escena del arte de torear. El toreo no es teatro, al menos en el sentido despectivo  que le da el vulgo: es la máxima expresividad gestual de un sentimiento, de un acto creador que  sí forma parte de la esencia  del teatro. Con una diferencia sustancial: lo que en escena es convención y simulación  en el ruedo es pura realidad; aquí se muere y se sangra de verdad.

Abandoné pues, la razón intelectual del Congreso Taurino y me sumergí en la razón sensorial del taller-estudio de Vicent Luna,  acompañado por Santiago Sánchez, Xus Romero y David de Loaysa. Sensación de encontrarme en un templo accesible a unos pocos, reservado sólo a algunos privilegiados; un desorden barroco de acumulación de maquetas, vaciados, ninots que se salvaron de la quema, bajorrelieves de barro, esculturas que, por encima de todo, son la vida y el alma de la falla calcinada. Toda la historia de la falla, el espíritu creador de vieja artesanía a la manera antigua,  está aquí tanto o más que en el Museo Fallero, al lado,  que trata de organizar y dirige su hija Pilar. Cada cual se sumerge en los laberintos del taller, en estos círculos del arte con su propio Virgilio, cada cual es su propio Dante sin necesidad de guía. Santiago Sánchez ve en todo esto una colosal invención teatral, una puesta en escena un poco caótica pero germinal; en las figuras que nos sonríen y nos hacen muecas,  Xus Romero ve el ensayo general de un drama, una teoría de la interpretación; son gestos vivos por encima de su congelación acartonada; la mueca como traslación de la máscara.

David Loaysa,  no se aparta del maestro como si quisiera absorber todos sus impulsos vitales, ve un inmenso decorado en contínuo conflicto de mágicas  acumulaciones derivadas a espacio escénico. Aunque en realidad,  aquí la única conciencia rectora,  sumergido en los propios círculos y la propia historia,  es Vicent Luna, que a los 90 años todavía modela,  esculpe, dibuja, pinta, idea, sueña fuegos creadores en la contorsión infernal de una cremá.
A estas alturas del año y pese a la sabiduría y los premios, Vicent Luna no tiene  todavía ningún encargo  para las próximas fiestas. Vicent Luna es la figura de más prestigio  de la historia   de este arte satírico, crítico, festivo. El último de una especie. Apartado en una esquina, delante de un torno, el maestro absorto  esculpe la magia de  un busto de mujer. No se percata de que tiene espectadores a su lado. Cuando se da cuenta  sonríe, señala con un leve gesto su obra inacabada, indaga en las razones por las que una gente más que él se interesa por su obra. Y no le importa  que hayamos profanado el santuario. Conoce su historia, sus premios, sus genialidades condenadas a la destrucción por el fuego purificador;  pero no se detiene a pensar en lo que ha hecho. A partir de ahí, todo adquiere otras dimensiones. En una época en que domina la urgencia y las nuevas tecnologías, en detrimento de la calidad y la pureza, el genio artesanal, elevado a categoría suprema, de Vicente Luna, es como una vuelta  al Renacimiento.  El taller de Vicent Luna Cerveró se niega a perder su identidad: orgullo de ser quien es, de haber hecho lo que tenía que hacer y  seguirá haciendo mientras le quede vida. Los políticos pasan, las  modas también.

En el taller de Vicent Luna parece que se hubiera detenido el tiempo. Pero este sigue su rimo inexorable; el tiempo y el arte acaban por cumplir su venganza: la inmortalidad. Cerca,  el Museo Fallero,  asfixiado por la falta de espacio que la dedicación de Pilar Luna va reorganizando poco a poco, quitándole su aire de almacén de despojos.  En cualquier sitio, este Museo sería proclamado un bien de la humanidad. Con que lo declaren bien cultural de Valencia y de España Pilar y María José quedarían contentas. Y con tener un poco más de espacio, un poco más de recursos, un poco más de apoyo. No sería difícil aumentarlo pues lo que tienen es nada. Ahí os quiero ver políticos y políticas. Vicent Luna ya no tiene secretos, se los ha pasado a Pilar y a Maria José. Su colosal e incendiaria pasión creadora tiene ahora, en su quehacer diario, una dimensión más laboral y artesanal. De pasatiempo para no aburrirse. Cada dia va al taller como si fuera la fábrica de sus sueños. Tantos años  pegado a este estudio, como este dia   de la malbaratada Feria de Julio de Simón Casas.

En toda la obra de Vicent Luna hay una intensa presencia taurina lo cual tiene una explicación. En su lejana juventud toreaba en la parte seria del Empastre con buen estilo, más allá del mero aficionado. Por lo que deduzco de recortes y crónicas de periódicos, su mito torero debía de ser Manolete  y después Antonio  Bienvenida. La otra presencia, apenas insinuada, es la republicana. Y  le salta la risa al recordar las magníficas fallas de la Plaza del Caudillo del tardofranquismo con guiños de rojerío. Vicent Luna, que  ha convertido materiales modestos como la madera o el cartón en apariencia de  consistencia fuerte de materiales nobles, explica las burlas a la censura,  una bandera tricolor más o menos camuflada en los restos de las construcciones que le dieron la fama de que hoy goza. Inocentes transgresiones, travesuras iconoclastaas.

 En el transcurso del dia salen a relucir amigos comunes: el poeta Vicente Andrés Estellés,  José María Aragón, médico jefe de la enfermería de Valencia y el juez Mariano Tomás Benítez, con el cual he cenado la noche anterior. Mariano Tomás es uno de los aficionados  más respetados de Valencia y acaba de publicar sus Escritos Taurinos, en edición de Enrique Amat.

El taller de Vicent Luna vive un presente incierto alimentado de recuerdos. O de decoraciones de interiores, encargos teatrales, cinematógraficos o urbanos menos ambiciosos. Cuando ustedes compren un periódico en la Plaza España de Madrid, en la glorieta de Bilbao frente al café comercial o en la Gran Via, piensen que ahí en esas humildes fábricas está la mano y el sello de una escuela y una estirpe: la del mejor maestro fallero de todos los tiempos, Vicent Luna.


 

miércoles, 23 de julio de 2014

VALENCIA (1). LOS GOZOS DE VALENCIA. 25 AÑOS CON SAN JAIME

Hedonismo mediterraneo; vuelvo a Valencia, a la Feria de San Jaime, que siempre preferí a las Corridas Falleras, aunque este año no pisaré los tendidos del coso de la calle Xátiva. Pesimismo en los aficionados. Dejadle un  año más esto a Simón Casas y acabará con la Fira de Juliol. Y con otras cosas.  Por la noche cena con mis amigos, Juan Manuel Mompó y Maite Lartigau, eminente siquiatra; si España sigue así todos acabaremos en el loquero. Y con Fernando Muñoz y Maity, grandes aficionados al teatro; Leopoldo Barrera y Esther Simó, felices porque  su hijo,  Vicente Barrera, después de 20 años de alternativa, ya  solo torea festivales y está de negocios en México.

 Brillante arranque del Congreso Taurino de la UIPM. Cartel de no hay billetes. Francis Wolff aporta un nuevo sentido del temple a los dos tradicionalmente conocidos, basado en la filosofía que  Bergson aplica a la la danza; la armonía entre la curva y la recta: levedad y música. Wolff se pregunta sobre si la Corrida es un arte. Eso va a animar, seguramente, los debates de hoy.

Luis Alberto de Cuenca con Ritos y mitos del toro hace un recorrido sobre las orígenes y la prehistoria del toreo: desde los juegos cretenses y la cultura minoica hasta nuestros dias. Sólo así, con esta historia detrás, se explica la pasión que suscita esta Fiesta. Conozco a Luis Alberto hace siglos, aunque no desde  los juegos de Creta. Erudicón académica, rigor de análisis; pero algo más: la erudición y el conocimiento pasada por el poeta exquisito que Luis Alberto es. Sólo a través del poeta la erudicón del historiador cobra  vida. Vale más una metáfora que un tratado de filosofia. Lo que un poeta dice en un verso, un filósofo necesita doscientas páginas para razonarlo. "Soy el pasado" afirma. De ese pasado va a necesitar la Fiesta en estos tiempos  de crisis y aflicción.

En un aparte, gozo de comentar con Luis Alberto el espectáculo que hace un año estrené en el Fernan Gómez Que trata de España. nada que ver con los toros; la herida de España en los mejores poetas: desde Quevedo, miré los muros de la  patria mia....., hasta Cernuda, Celaya, Espriu, Celso Emilio Ferreiro, Gabriel Aresti, Blas: España, una nación única con cuatro lenguas, cuatro culturas. Un  equipo insuperable: Victoria Vera, la inmortal Nausicaa de Por qué corres Ulises, que aún luce desnudo de Maja de Goya, Fontseré, Antorrin Heredia, al cante; El Persa, al toque; Juan Ramírez al baile.  David Loaysa en el espacio escénico y luces.

  En un descanso se comentan los Carteles de Colmenar Viejo, mi segundo pueblo después de Torre de los Molinos (Palencia), al que doné el año pasado mi coleccion taurina: más de cien cuadros y tres mil libros de toros. No son los carteles que esperaba afición tan añeja y tan cabal. Ni los que hubiéramos soñado Joaquín Vidal y yo cuando queríamos convertir la Feria de los Remedios en la reserva torista de la Comunidad de Madrid.
Hoy Jornada intensiva. Por la mañana Santiago Celestino Pérez con Unamuno y Ortega, mano a mano con el  Quijote. Y Andrés Amorós y un servidor, mano a mano con nosotros mismos. !Va por Valencia y por todos ustedes!

sábado, 19 de julio de 2014

TEATRO. PEREZ DE LA FUENTE, LA MOSCA COJONERA Y UN CONTRADIOS



A propósito de mi artículo en la revista Artez sobre la marcha de Natalio Grueso,  algunos lectores me han planteado, y se han planteado, algunas dudas e interrogantes. Respondo a ellas sin ánimo de polemizar ni siquiera de profundizar. El título ciertamente induce a error; El señor Grueso no cambia el teatro por la novela, aunque bien pudiera, pues La soledad es, como dice la propaganda, mágica e hipnótica. Y como dice Paulo Coelho, “novela delicada, hermosa y conmovedora”. Lectura   obligada  de verano que, como novela,  yo he seleccionado junto a Perla Roja, de Jesús Pardo, cuya vitriólica inteligencia empieza a hallar remanso en una ironía cada vez más sutil y sardónica. De ambas me ocuparé  in extenso antes de que llegue agosto.

Las dudas e interrogantes de mi artículo en Artez se centran en los motivos por los que  Natalio Grueso ha dejado el Español y si tras ellos puede agazaparse el temor a una amenaza de privatización de los teatros municipales paralizada tras la movida del Fernando Fernán Gómez. Natalio Grueso dijo en aquella ocasión, “no conmigo”; a lo que algún político municipal y espeso, respondió  entre bastidores: “pues se hará sin él”. La privatización, quiero decir. No creeré, aunque lo vea escrito, que tras el nombramiento de Pérez de la Fuente, pueda esconderse  esa estrategia ni ese objetivo, aunque es cierto que la privatizaciones tienen siempre perfiles difusos. Por ejemplo, los teatros del Canal con Jorge Cuiñas de gerente, ¿son públicos o privados?. 
En lo que yo conozco hasta ahora de Pérez de   la Fuente, eso sería imposible en él. Puede haber discrepancias con su línea programática;  pero hay dos  cosas inherentes, pegadas a su naturaleza: la independencia creadora y la ausencia de sectarismos castradores, aunque eso, por supuesto, puede haber cambiado en los procelosos años que  ha pasado  desde que dejó el CDN. Siempre habrá servidumbres o amiguismos veniales, o nepotismo sentimental, aunque no mayores de lo que es  habitual en un mundo tan zarandeado como el teatro,  tan obligado siempre a defenderse y a sobrevivir. En ese sentido, el hombre que vino  Talamanca de Jarama no se casa ni con Dios. Ha hecho público ya un esbozo de su programa; pero de ello no pueden sacarse conclusiones difinitivas y es tan amplio y difuso que es imposible no estar de acuerdo en algo. Su principal declaración de principios parece alentadora al menos para gente poco amante del orden. “Quiero ser una mosca cojonera, que esta casa sea un desbarajuste”.
 Una cosa es la acracia y la utopía y otra cosa muy distinta es el caos. A Pérez de la Fuente lo puedo ver en el caos gozoso, pero no lo veo  como un esbirro de grupos de presión. Por cierto, un numeroso grupo “interclasista” de gente de la cultura le ha dado a Mariano Rajoy un ultimátum de dos meses para que suprima  el 21%  de Iva con que asesina la cultura. Macbeth se limitó a asesinar el sueño; los políticos, faltos de ideales nobles y ágrafos  por falta de tiempo para la lectura,  asesinan la cultura, que es fuente de libertad.   Dos meses: ¿tan largo me  lo fiais?. En dos meses muchos grupos teatrales y proyectos teatrales pueden estar muertos.

De momento Pedro Corral, delegado de las Artes del Ayuntamiento,  ha afirmado, o a él se atribuye,  que  la candidatura de Pérez de la Fuente era la menos votada de las tres finalistas. Lo que ha dado pie a Jaime Lissavetzky, portavoz de Cultura del Ayuntamiento, para  pedir las actas del Comité Asesor. Esa declaración, de ser cierta, parece un contradios innecesario.    En este contexto, lo más llamativo y que puede prestarse a interpretaciones varias del discurso de Pérez de la Fuente es lo siguiente: “que sean los profesionales del teatro y no los políticos, ni de izquierdas ni de derechas", los que lo dirijan el tinglado de la vieja farsa.

lunes, 14 de julio de 2014

LOS MIURAS FRACASARON EN PAMPLONA COMO EN LAS VENTAS.

Por un accidente de la tecnología o acaso por alguna irreverencia  de palabros y palabrones,   la última crónica de Pamplona se me ha ido al carajo. Andará por los espacios siderales buscando el capote del santo Fermín que la rescate, porque contra él no había nada, pero no hay manera. Me resigno a reconstruirla, en síntesis,  sabiendo que en periodismo importa tanto o más cómo se dice que aquello que se dice. A mí, en toros, me quitan el cómo y me quedo en nada.

Lo primero era recordar a Teodoro González, una de las mejores voces del periodismo radiofónico español, y a su mujer María Jesus, 25 años juntos en la grada 2-3, que el dia de la miurada cedían a sus hijos los abonos para que pudieran disfrutar del legendario hierro. Hoy no han cedido nada porque uno de los hijos, el mayor, se ha muerto en vísperas de los Sanfermines. Creyentes a machamartillo,  su  buen Dios les ha hecho una putada. Puede haber fe, pero hoy en Teodoro y Maria Jesús sólo hay dolor y llanto. Teodoro ha sido quien mejor ha dicho mis sonetos ante un micrófono. Y María Jesus es la mejor repostera de la Peña y sus postres  tan legendarios como los miuras de Zahariche.  Por vosotros y vuestro dolor y por vuestro  Dios, que no es el mio, !Viva San Fermín!. Me importa un bledo el don  apacible de los miuras, el eclipse total de  la cuadrilla del arte de Javier Castaño, trastocado el orden jerárquico por la ausencia de David Adalid.  Me preocupa más la soledad de María Jesús y de Teodoro, escondidos en algún lugar ignoto de la costa catalana, para que no les lleguen los ñultimos estruendo ni la tristeza del último Vals de Astrain. Reconstruido, en parte, el plano sentimental de mi crónica perdida.

Lo otro era que los miuras no han sido miuras, que han sido un fiasco,  aunque los portavoces del sistema los jaleen y ensalcen. Duros en el encierro, -cinco minutos y siete heridos- cosa extraña pues siempre, o casi siempre,  hicieron carrera rápida e incruenta, fueron monjas belgas de la caridad en el ruedo. Más juampedros, que otra cosa; dulzones, pastueños, blandos. O sea como los de Las Ventas en San Isidro. Al que tenía más fuelle, Luis Bolivar  le cortó una oreja, tras una cogida tremebunda al entrar a matar. Oreja de ley y no sólo por la cogida, sino porque toreó bien, queriendo estar en la línea larga y rematada de su paisano César Rincón.

 Ni Javier Castaño ni su famosa cuadrilla del arte y la pinturería, brillaron con luz propia ni luz ajena; y el joven Esau Fernández, toreó bien y pinchó muy mal al sexto y por eso perdió una oreja. Esau Fernández está decidido a curtirse con corridas duras; pues que cambie de hierro, pues los miuras se han degradado a borregos. O sea que se han integrado en el sistema, del que son servidores y botafumeiros la tropa de escribas y comentaristas que maldicen a Adolfo Martín, que ha pegado el petardo en Pamplona. No les falta razón en esto; pero la pierden cuando defienden a  los miuras blandos y pastueños como modelo del toro ideal.

En la extensa crónica perdida, una de las mas extensas y sentidas de los Sanfermines, decía más cosas, pero ya no me acuerdo. Entre ellas, que no cantaré esta noche esa despedida lacrimógena  del  Pobre de mí, con una lamparilla en la mano, porque siempre me pareció una melancólica mariconada. Y que prefiero El vals de Astrain, conocido también como Riau Riau, "ya se acabaron las fiestaa....esta fiesta sin igual", etecé etecé. No sigo porque me vuelven los palabros y palabrones que no gustan a Pilar Fabregat  y acaso, por su pudorosa intercesión, se me ha jodido la crónica. Hasta pronto, amigos. Aún pegaré algunos muletazos en lo que queda de temporada.

domingo, 13 de julio de 2014

SAN FERMIN.ROMANCE FÚNEBRE PARA UN GRAN GANADERO


Charangas, bombos, trompetas,

La gente de rojo y blanco

Y guisos en las perolas

Y el morapio bajo el brazo.

Seis Adolfos en chiqueros

Limpios  del  encierro y cautos.

Mozos en la solanera;

 en la sombra, los sensatos.

En el portón, las cuadrillas

Y el presidente en el palco.

Don Iñaki Cabasés,

Muy serio,  escucha los cantos,

Las voces y el guirigay

De mozos calamocanos,

Que entonan con igual guisa

Una jota o un fandango.

Chica Ye Ye, en coro y zumba,

Y los aires mexicanos

Vendrán luego,  repertorio

De estas peñas, que es muy parco.

Y comienza el paseíllo,

tres toreros mano a mano.

 Urdiales ,celeste y oro;

Azul marino,   Escribano;

 de  blanco y plata,  Aguilar

Siempre en riesgo y siempre a salvo.

Y el capote de paseo

Con una virgen o un santo.

Salió el primero de Adolfo.

 Un cárdeno  cornipaso.

Viva el torero de Arnedo

Y que viva Villalpando,

Otra vez su buen amigo,

Otra vez su apoderado.

Y viva  su parentela

Y Luis Domínguez, su brazo

derecho e intelectual,

Y el capote de don Diego

 Don con braveza  ganado.

Quiso   esculpir la verónica

Y dio algunos capotazos

Sin medida y sin dibujo.  

Y  con la muleta anduvo

 No en Belmonte  blasonado

Con armas de torería

En campo de gules cálido.

La muleta por los suelos

En desarme atropellado.

Ni un redondo ni un adorno

Ni un natural sosegado

Maldito sea el Adolfo,

Muy difícil y muy manso.

Para el segundo de Adolfo

No halló el embroque Escribano,

aunque se marchó al portón

portagayola intentando.

Baldó Quinta al animal

Con un malvado puyazo.

Y banderilleó Escribano

Y se escapó de milagro

Cual subalterno avezado.

En el centro el redondel,

Pases justos y cambiados

Que por poco le afeitaron

Los glúteos estilizados.

Mal haya toros así,

Mal hayas Adolfo incauto

Mal haya toros así

Tan  mansos y desbravados,

De cuerna destartalada

Playeros y cornipasos.

Tampoco encontró el embroque

Aguilar y dio mantazos,

Gurripinas y desaires  

De enganchones y trapazos.

A la hora de la merienda,

Ni un mal pase ni un buen paso.

Y después de la merienda,

Tras el bocata y el trago,

nada cambió en los Adolfos

ni en toreros tan bragados.

Fueron a peor los toros

Y Urdiales desesperado

Sacó a relucir su izquierda,

Para lidiar a destajo

Tan descastada embestida,

Que no le hacía ni caso.

Mala la tuviste Adolfo

Con este encierro malvado.

 A una corrida de bueyes

No hay dios que le meta mano.

Sufrió a chorros Diego Urdiales

El Adolfo turbio y manso;

Trazó buenos naturales

Al boyancón  mulo y malo

Y se marchó al  callejón

Caritonto y cabizbajo.

Despertó la muchedumbre

Cuando vio crucificado,

Tras un par justo y al quiebro,

Contra tablas a Escribano

Y volvió a dormirse al punto,

Pese a charangas y cantos,

Pues toros tan infumables

De criador tan afamado

Inducen a duermevela,

A sopor, a sueño malo,

A insustancial  pesadilla.

Esto no es torismo aciago

 pues torismo no es bueyada;

Esto es tan solo un petardo

 que pegan los toreristas

otras tardes  muy postrados.

Mas a algunos del sistema,

 escribas y funcionarios,

valdrá a condenar   a Adolfo,

en Pamplona  fracasado

y ayer triunfante en Ceret.

Adolfo Martín frustrado,

¡arriba los corazones!.

Hoy te pondrán como un trapo

Y tocarán a degüello,

Estos versos y estos fiascos,

El  romance funeral,

ni lamentes ni hagas caso.

Pero es cierto ¡vive dios!

QUE HOY HAS PEGADO El PETARDO  

 

sábado, 12 de julio de 2014

SAN FERMIN; BANDERA PIRATA SOBRE LOS MARES DE IRUÑA.


El primer toro de la Feria al que le echaron los cabestros por su perniciosa invalidez, tuvo que tocarle a don Ricardo Gallardo, un Fuente Ymbro, ganadería esqueje del árbol troncal de Jandilla que, con frecuencia, supera a sus raíces. En este San Fermín, no. Los jandillas de don Borja  han sido muy superiores a los pupilos del señor Gallardo. Y los diestros ninguno superó a Miguel Angel Perera, en racha y por encima de las dificultades connaturales al toro bravo, a cuyos problemas, en estos momentos, quizá sea  uno de los  pocos capacitados para enfrentarse.

 Juan José Padilla abrió la Puerta Grande. De hecho en esta Feria a mí me parece que la Puerta del Encierro no se ha cerrado desde que la torada la traspasa en el encierro mañanero y madrugador. Los dobladores, encerrado el último toro, se olvidan de las puertas  y  por inercia los toreros  se echan a la calle por latarde; no faltará un Chino o un Rubio que se los suba al pestorejo. Y fuera los espera la multitud que no los ha visto torear.  Amigos costaleros, por esta Feria fecunda de San Fermín, me debeis una convidada; vosotros invitais aunque acabe  pagando yo como siempre. Yo  me alegro, por este toreo heroico que ha devenido en corsario de buena fortuna, por lo del parche en el ojo vacío que le desorbitó una cornada. Pamplona es una flota inmensa de barcos piratas escoltando la nave capitana de Juan José Padilla  con  la calavera y las dos tibias.
 Yo creo  que con Padilla se está cumpliendo lo que, en abstracto, los líricos  llamamos justicia poética; o sea una justicia aplazada que compensa los sinsabores injustos e los desdenes inducidos. Se ha tragado corridas infames, cornadas abracadabrantes, saldos ganaderos que no quería ni Dios. Me basta recordar cuando un miura le prendió por el pecho en toriles y lo llevó como un muñeco desmadejado  por todo el ruedo, para no discutirle nada de lo que ahora haga y le premien o regalen. Es un líder, es más torero de lo que  le han dejado demostrar y está recogiendo los frutos de una vida desangrada a cornadas. ¡Va por usted!. Usted, de pirata y terror de los mares, sólo tiene el romanticismo, “en todo el mar conocido del uno al otro confín” (Espronceda).

Los Fuente Ymbro, sacos de escombros y cascajos. Uno devuelto y unos cuantos por el  suelo; con la casta y las fuerzas a ras del  idem. Pepe Moral pilló la sustitución de David Mora, hecho polvo todavía desde la cornada de Madrid. Mucha solidaridad; todos o casi todos, incluso quienes no querían ni verlo en los carteles,   brindan a Mora un toro. ¡Viva la fiesta!.  Pepe Moral venía lanzado por dos orejas en  La Maestranza; a degüello pues, al parecer, las oportunidades se le van acabando. Consiguió en el inválido y noble quinto, lo que no pudo conseguir en el segundo, más duro y complicado, un rufián para muchos. Simplemente difícil. Un toro para lidiarlo. La oreja que rebanó Pepe Moral, si esta cosa del toro funcionase más por méritos y menos  por enchufes, debiera valerle muchos contratos; no porque haya sido una oreja de sangre y fuego, sino porque descubre las virtudes de un torero casi en la clandestinidad. Lo mismo  que Jiménez Fortes, valiente ceñidísimo hasta la temeridad, gran capotero, y  buen trazo muleteril,  Moral puede ser torero de Pamplona. Y si se es torero de  Pamplona se es torero de todos los sitios. Como Padilla, mismamente.

viernes, 11 de julio de 2014

SAN FERMIN; LA TRISTEZA DE UNA SALIDA A HOMBROS


No ha pasado  nada; lo digo para tranquilidad de Cide Hamete Benengeli, el autor que le dictó a Cervantes el Quijote. Entre ese moro inventado  y misterioso y un manco de un arcabuzazo en Lepanto, crearon la novela moderna.  Bueno, quiero decirle a Cide Hamete Benengeli que no ha pasado nada: un puntazo corrido que no llega a cornada. Son accidentes que ocurren en los  sanfermines, en los que el revolcón o la cornada acechan a cada momento desde el chupinazo del encierro hasta el encierrillo, que es uno de los momentos más bellos y misteriosos. Y no hablo  solo de las cornadas por asta de toro, sino de las cornadas del ánimo, del corazón,  del zumo de la vid,  que apuntan directamente a la femoral: un aperitivo tras el sorteo, una siesta sonámbula, un silencio de las charangas; y una sonrisa, un pañuelo rojo que no alcanza a vestir la desnudez litúrgica de un cuello de mujer. Sólo cosas de estas, amigo Cide Hamete Benengeli, suceden  en Iruña: un puntazo en un  corazón desprevenido.  

La corrida, más o menos, fue así. Sebastian Castella templó y ligó muy bien a un toro de Jandilla y lo atravesó con la espada. Esos acuchillamientos descorazonan al más pintado y a Castella se lo vió descorazonado a partir de este momento: elegante y torero pero descorazonado. Pamplona es así; a veces regala  y a veces  quita  corazones. A Castella se lo vió bien; está lejos de aquel gran Castella de cuando  conquistó, con pleno merecimiento, el primer Paquiro, pero va camino de ello. Aquella temporada ganó también el Maite, gracias a la elocuencia  de Raul del Pozo, al que le gusta el malditismo, en toros y en literatura;  el francés con cara de niño y una infancia desgraciada y padres desnaturalizados y esquineros, llevaba camino de maldito. Hoy, a dios gracias, no es un maldito; es un triunfador millonario y buen torero.

Aparte ese puntazo reseñado que ni siquiera de mercromina tuvo necesidad, Miguel Perera tuvo el epicentro de su gloria en un gran toro, el segundo,   y en una gran faena. Un Jandilla con picante y con fuerza, de esos no demasiado frecuentes en esta ganadería, ni en las demás,  que acreditan la condición del verdadero toro de lidia; agresivo, bravo, listo y, si  fuese posible aplicar el término a un animal, inteligente. Se le paró una vez a mitad del muletazo  y le tiró un viaje al torero extremeño donde más podía dolerle.

 Por la firmeza, por el trazo largo de los muletazos, por la sinceridad magistral de la faena, yo creo que en Perera hay un antes y un después de este toro. Mató muy bien y  la señora presidenta y sus asesores le birlaron una oreja de las dos que merecía; una oreja de oro precisamente en una feria en la que ha habido muchas orejas de hojalata. Gran toro de Jandilla, de los que a uno le reconcilian con la fiesta. De parecías característica, pero en peor, era el primero de Fandiño que no  supo meterle mano por ninguna parte. Pero el vasco se redimió en el segundo  con la garra que en él es habitual; Fandiño sale al ruedo con el cuchillo entre los dientes

Dicho esto, a mí la salida  a hombros de Miguel Angel Perera me produjo una tristeza imponente. Y no porque no se la mereciera, que ganada la tenía con la oreja que le birlaron, sino por la soledad y  la indiferencia del público. El Chino y dos más, solos y sin entusiasmos: tres "capitalistas" asalariados y de trámite. Antes,  la salida a hombros era consecuencia natural de un entusiasmo colectivo; la gente   se tiraba al ruedo y se llevaba al torero, arrebatado, literalmente, hasta su casa. Yo mismo, una tarde en la Maestrnza llegué a tocar el vestido de Emilio Muñoz y seguí a la multitud por Triana hasta que me acordé de que tenía que escribir la crónica.
Por eso me producen tristeza algunas  salidas a hombros. Claro que ayer, a esas horas, yo no estaba para nada; tenía en el corazón el puntazo de la melancolía. Eso es, Cide Hamete Benengeli, lo que me pasaba. Nada más. Y que, como comprobarás, si lees el Mundo de mañana, tenía que escribir de teatro: del nuevo director del Español, Juan Carlos Pérez de la Fuente.

Y     

jueves, 10 de julio de 2014

SANFERMIN; JULIGANS, OREJAS Y TINTO DE VERANO


 Una Feria del Toro no es solo un desfile de modelos: gran tipo, contoneo estilizado, arrogante  y buida arboladura, piernas fuertes  movidas a compás. La Feria del Toro debe ser también raza, casta, carácter  agresivo, instinto de defensa y ataque. Qué es trapío, le preguntaban a un famoso crítico no recuerdo quién. Y ese afamado crítico contestó: “trapío en  el toro es como la armonía en  la mujer en todas sus partes”, más o menos. El trapío en la plaza de Pamplona, se da por supuesto. La casta y la bravura son  otra cosa y eso es imprevisible  en el discurrir concreto de una tarde. Los de Garcigrande/Domingo Hernández tuvieron trapío y belleza; les faltó bravura. Toros como el tinto de verano; refrescan pero les falta bouquet. El tercero con más genio que casta. Y los diestros, fiel a sí mismo el Fino en su doble y antitética versión: Finito de Sabadell y Juan Serrano. A  Serrano yo lo seguiría en estos momentos hasta el confín del mundo.  

La actual degeneración de la casta brava no es cosa de una tarde; es consecuencia de un complejo fenómeno de ingeniería gética: la búsqueda de un toro sin carácter y sin  bravura; un toro que “se deje”, que “colabore”, que “no moleste”. Que les permita a los ases de la torería “estar a gusto”.  Luego, a veces, se produce un salto atrás, como el primero de Alejandro Talavante, con un punto de genio,  y le  echa mano;  por  destaparse, por tener la muleta fuera de sitio. Con todo, Talavante, desarrollada ya su verdadera personalidad, es un torero en la cumbre de un ascenso continuado. Tal como está el panorama, y con el magisterio de Curro Vázquez al lado, puede hacerse el amo. Perfecto de ejecución y de efectos el estoconazo al tercero

 Por culpa de esa degeneración de la casta brava, los toreros  pierden oficio y costumbre, se amaneran y cuando el toro descarrila, es decir cuando deja de ser un toro de carril, pues el tren se los  lleva por delante. De carril fue el quinto y Julián López  no necesitó del bagaje técnico y los recursos de lidiador que exhibió  en el segundo. No tiene el Juli el don del arte, pero se las sabe todas y se ha convertido en un sabio del toreo. Y tiene arrestos y vergüenza torera. Eso también es un arte. Y por eso Julián López   es torero de Pamplona. Aquí como en ninguna parte, se manifiesta la pasión de los juligans, la fe de la julimanía. Nada que ver con hooligans.

El Fino; mal en el primero; en plan Finito de Sabadell. Se ganó la bronca. En el cuarto se pareció más a Juan Serrano, su verdadero nombre y su verdadera torería. Estupendos muletazos por alto y un bellísimo remate por bajo. Los naturales elegantísimos y “asegún”. Milagro es citar con el extremo del estaquillador en el natural y conseguir que los naturales parezcan profundos. O sea, ser un privilegiado. La merendola no permitió a los tendidos disfrutar esa elegancia tan torera.  No se puede percibir un toreo angélico como el de Juan Serrano con la boca llena de magras, ajoarriero o bocatas de tortilla y metiéndole mano a la bota, que lo único que hacen es manchar el blanquísimo y rojo uniforme sanferminero. Hace muchos años titulé una crónica dictada desde las peñas en plena solanera: “Berrendo en sangría”. ¡Qué tarde la de aquel dia!. 
En cuanto a las orejas, de no ser por la espada, el diluvio. A mí me parecen bien porque con las salidas a hombros se benefician  mis amigos El Chino y El Rubio y van tirando para un pasar de pensiones y bocadillos. Sobre su pestorejo han descansado los testicularios más ilustres de la torería. Son herméticos y no sueltan prenda: secreto profesional. Un dia se les escapó que El Juli es de los más generosos. O sea que ayer se forraron el Rubio y el Chino.

miércoles, 9 de julio de 2014

SAN FERMIN: A FANDIÑO, UN VICTORIANO POR POCO LE PARTE LA MADRE.



Mis amigos de Iruña son unos tocapelotas  y  unos gamberros  de tal por cual, con permiso de San Fermín. No hay derecho que a cada hora me llamen para darme noticia del punto del ajoarriero, de cuántas botellas de crianza han trasegado y del resultado del encierro. El lunes ocurrió una cosa curiosa. Voces conocidas me iban informando por telefono del desarrollo de la corrida mientras  estaba en la plaza y yo me partía de risa;  al fin se apercibieron del ruido de la plaza. No daban una a derechas. Ni a izquierdas y andaban ya un poco calamocanos. Acabado el festejo salí de naja hasta Cizur, sin dar ocasión  a pegarle  un tiento a la bota. Para evitar peligros mayores.  Cuando nos hacíamos confidencias de nuestras cuitas y aburrimientos Joaquín Vidal -cuyo premio ha desdeñado JT-  y yo, nos conjurábamos para no pisar nunca más una plaza de toros; mentira. Pervive la querencia.

Mi maltrecha anatomía y otras ocupaciones más livianas que la crónica taurina apenas me permiten ir a los tendidos. Pero me moriría si faltara a La Maestranza, la Monumental de Pamplona o Vista Alegre de Bilbao; aunque sólo sean dos o tres días. Volveré alguna tarde más a Pamplona, pero  ya estoy en Madrid, en mis predios serranos de Colmenar Viejo, cerca de donde pastan las reses de don Victoriano del Rio. Volveré todavía alguna tarde, casi a escondidas; porque el vino que no se pueda mear pacíficamente es mejor no beberlo. Eso siempre, pero en edad de provecta senectud, mucho  más. Liberado ya de los  Encuentros  de Críticos Teatrales de Almagro, Pamplona es un buen descanso.  A Jaime Sanz, comandante del Ejército Taurino, y no sé si todavía republicano,  de Vinaroz, imperturbable e irrevocable sanferminero, lo veré en Valencia en la Fira de Juliol; a él y a todos los Machacos; en materia de juerga los Machacos son tan peligrosos como los mozos pamplonicas. La Universidad Menéndez y Pelayo me ha invitado al Congreso Internacional de Tauromaquia a  una ponencia: toros, cultura e historia y cartel redondo con Wolff,  Andrés Amorós, Luis Alberto de Cuenca y otros padres procesales. Para mí, más que Fallas,  Valencia es Julio  por siempre jamás amén.

Hoy estoy en Madrid, en el Plus. Si lo sé no vengo, pues a mí del Plus lo que más me interesa  es Elena Salamanca y no aparece en efidie.  Bueno, también me interesa David Casas  y Emilio Muñoz, al que sigo prefiriendo como torero grande de la escuela trianera antes que como comentarista; y una realización de arte y ensayo. Pero Elena Salamanca me interesa más desde que, con la gran flamenca María Toledo, la insólita y bella Argentinita, con José Manuel Seda de Federico García Lorca,  hacíamos Los toros a escena por los campos  de Castilla. Si un dia se pusiera en escena profesional -no en lectura como la histórica y reciente sesión del María Guerrero-  este espectacular musical taurino-flamenco-político, el director tiene ahí dos nombres.  

Imponentes los toros de Victoriano del Rio, pavorosos de pitones:  asustantes y terroríficos. La Casa de Misericordia paga bien y los ganaderos llevan a San Fermín la cabeza de camada. El primero se quebró una mano y Padilla lo ejecutó en el ruedo. El segundo le dio tal paliza a Fandiño,  que a punto estuvo de partirle la madre. Sobrevivió el torero vasco a la tempestad de hachazos y cuchilladas, al aparato eléctrico de rayos y truenos del  victoriano. Y se llevó una oreja  de trinchera.

Corrida más espectacular de presencia que de juego. Los banderilleros tomaron precauciones ante aquellas empalizadas de testas temerosas. Y Juan José Padilla no quiso ver al cuarto, al que, en cambio y a favor de merienda,  entendió razonablemente   y toreó muy despacio. Casi tan despacio como una vez lo ví en el Logroño de mis amores. Juan del Álamo prosigue una trayectoria ascendente que irá madurando poco a poco; pero tendrá que afinar la espada. Torero más de fondo que de relumbrón, aunque las vulgarísimas manoletinas postreras puedan inducir a un juicio distinto.

Entre la batalla del segundo, la horripilante y horrísona cogida, la garra acelerada que desplegó en el encastado  quinto  y el  estoconazo letal,   Iván Fandiño abrió la Puerta Grande del Encierro. Y al victoriano le dieron una generosa vuelta al ruedo.

TEATRO; SER FELICES CON CURVA O SIN CURVA



Eduardo Galán es un autor dúplice; por un lado la comedia, de otro el drama duro. En ambas vertientess existe una característica común: la agilidad de diálogos, la buena estructura dramática. La curva de la felicidad, en colaboración  con Pedro Gómez, pertenece a la línea de la comedia, bien trazada y con un punto de ironía, de crítica social sobre las insuficiencias y limitaciones  del macho. En los últimos tiempos hay una tendencia generalizada a hacer repartos con caras  famosas de la televisión o de la radio: aquí el Monaguillo. Es un efecto reclamo perfectamente lógico, pues la audiencia en cualquiera de  ambos medios se supone que debe tener efectos multiplicadores sobre el escenario. 
Ahora, o quizá siempre lo hubo, hay un efecto de ida y vuelta; la pequeña caja tonta, caja basura, devuelve al teatro parte de lo que se llevó.  Sergio Fernández,  El Monaguillo,  es un buen actor, soporte de La curva de la felicidad  en el Amaya;  ha fijado de forma muy personal el personaje de Quino que, en tiempos, definió Carbonell. A gente como yo, poco dada a placeres  televisivos -un western, una de cine negro o un partido de fútbol como máximo- la popularidad de la pantalla, o de la radio,  no es un estimulante, pero entiendo que lo sea para la mayoría del público, que es al que va dirigida esta comedia agridulce, más dulce y amable que agria. 

Quino es un personaje bien definido en el texto, entre la inocencia y el desvalimiento, entre sueños de seductor y hombre abandonado por la mujer que ama; no logra, pese a sus alardes de juerguista  y vivalavirgen, sustituirla por otra. Empieza a perder sus atractivos, si alguna vez los tuvo, por culpa de la gordura y la alopecia.
 La curva de la felicidad tiene  un poso de melancolía y ternura: la cuestión de la crisis de los 40. En el fondo,  La curva de la felicidad no es sólo una comedia, aunque como tal sea tratado el argumento. El estómago prominente que empieza a desarrollarse, la tripa que pelea contra el cinturón no aporta felicidad, esas curvas son  una amenaza desestabilizadora. Es el temor a la pérdida de poder del “macho ibérico”. Todos los personajes de  esta obra tienen dosis de machismo, pero hay un “macho ibérico”, específico Javier  (Jesús Cisneros)  con repuntes de frustración que se convierte  en jocosa fragilidad;  Fer (Antonio Vico) y Manu (Josu Ormaetxe), tienen una fuerte carga humana y cotidiana, de andar por casa. Nunca son lo que quisieran ser, son lo que son lo que quisieran son buenos actores  de eficacia asegurada: al servicio del personaje.

 Eduardo Galán tiene dos registros en su ya consolidada y amplia obra; el  de compromiso y denuncia, y el de comedia costumbrista al que pertenece La curva de la felicidad.   Representativo del primero es Ultima edición, que debiera ser imprescindible  en la cartelera madrileña y anda por ahí, de bolos: el periodismo como contrapoder, pero también  como fuerza controlada y controlable. Es un retrato de estos tiempos sobre las dificultades de la libertad de expresión, sujeta siempre a cargas y presiones de diversa índole. La otra obra de esta línea que marcó un antes y un después en la producción de Galán, es  Maniobras.

martes, 8 de julio de 2014

SAN FERMIN. PETARDO DE DOLORES AGUIRRE

Desplante de JT al Premio  Joaquín Vidal.

En ese momento difuso del  duermevela sanferminero y aleatorio -donde te pille- que precede al estruendo de las peñas camino de la plaza, un amigo me llama para darme una “gran noticia”: JT ha rechazado el Premio Joaquín Vidal. Está visto que JT nació solo para el Paquiro. Bien, pues yo no veo por ningún lado la gran noticia; a lo sumo un exceso de fetichismo de los organizadores del Premio y un exceso de descortesía por parte de JT: un desplante de héroe inconcluso y mal criado. A lo sumo, un agravio innecesario contra un escritor que  está por encima de esa bobadas de JT; y que, difunto, no es responsable de su premio.  Cuando,  a lo peor,  no nos acordemos de quién era o, sobre todo, quién dejó  de ser JT, seguiremos releyendo las crónicas de Joaquín Vidal, el mejor cronista de una  generación, en el fondo y en la forma, que se forjó en los 60-70. Después vinieron otros. 

 Blandito,  tan  blando de remos que de carácter, el que abrió plaza. Incómodo. Profecía de que la corrida de Dolores Aguirre no repetiría el triunfo del año pasado. Y Uceda Leal  tan elegante como siempre y sin despeinarse.  Uceda tiene la virtud de no perder la compostura aunque pierda los papeles como los perdió ante el doloresaguirre. En el cuarto, también dificultoso,  tiró por la calle del medio y, al estilo de Curro Romero, se lo cargó en un pispás.  La gente no se inmutó, aunque resulta evidente que Uceda Leal no es el Faraón de Camas.  Todos siguieron entregados al festín.

Mejor fue el segundo, que también flojeó y perdió las manos. Se le fue a Francisco Marco, aunque algunos lances y muletazos dejaran constancia del sentimiento torero de Marco. ¿Qué se puede pedir a diestro que mata dos o tres corridas al año?
Reconfortada por el trago y la universal cuchipanda gastronómica, la voluntad del público suele estar mejor dispuesta en el quinto. Ni así logró el torero navarro meterle mano al toro más malaje de la tarde.

Bueno el tercero con un fondo de casta y nobleza,  pero  inválido: un cojitranco casi tetrapléjico. A los cojos se les supone siempre mala leche y no se les reconoce la bondad que, por otra parte, tampoco les sirve de nada. Las manos enfermeras de Antonio Gaspar Paulita aliviaron sus penas sin que de ello  el diestro sacara beneficio ni provecho. El temple y la torería de este buen torero,  desplazado o poco reconocido, parecía trámite insustancial: no se puede torear a un muerto; a lo sumo rezarle un gorigori descreído. Y eso parecían los lances y los muletazos de Paulita: oraciones fúnebres. Y no logro redimirse en el sexo, el más descastado. 

Pitones de piedra pedernal, guadañas templadas en el fuego de la fragua, patas de trapo. O sea los doloresaguirre de ayer. Tan serios y hoscos de semblante, que daban miedo. Tan blandos, menos el cuarto y el quinto, que daban pena.