viernes, 27 de junio de 2014

TOROS E ILUSTRACIÓN EN EL SENADO. RECUERDO DE BIENVENIDA, EL RÉPROBO


Almuerzo en el Senado, emanación  de las Cortes Constituyentes  de Cádiz; gentileza de Alberto Gutiérrez, portavoz de cultura. Luis Abril, ex de Telefónica, los hermanos Montero, cineastas de trinchera y de estética: lenguaje. Aquí viejos aires de libertad beligerante, librepensamiento, raíces  del liberalismo ilustrado, savia  de insurgencia. Imposible respirar este aire y no sentirse liberal, demócrata, ilustrado y librepensador. Senadores…. aviso para navegantes. Esto es un fantástico museo; monumentales y magníficos cuadros del romanticismo español: La rendición de Granada, La muerte del Marqués de Duero, La jura de la Constitución de la regente María Cristina con decenas de retratos, todos identificables: un prodigio. Y también prodigios de pintura moderna: Miró, Laxeiro, Saura, Equipo Crónica, Millares... Un gran Caneja de 1985 que me confunde: tonos mates, un poco crudos como en la etapa del tardofranquismo, a caballo ente los sesenta y los setenta.

Almorzamos en la mesa que habitualmente ocupa Pio García Escudero. Doy fe de que sigo sin ambiciones políticas que, además no afectarían a su partido,  y de que Alberto Gutiérrez no le quiere mover el sillón. Hablamos de toros y muy poco de política. Que se haya marchado Rubalcaba, el Fouchet español que no avabó de perfilarse ¿a quién importa sino a él?. Y que Sotillos, junior, diga que el actual Psoe es un partido medieval y antiguo sólo constata que no se  comerá una rosca en las primarias. Eso es verdad, lo de medieval. Pero en política,  con la verdad no sé a dónde se llega.  Luis Abril nos cuenta cómo ha encontrado la casa de Manolete y doña Angustias: en venta y en derribo. Mi recuerdo de hace unos quince años es una tarde de gitanas y claveles. Hablaré mañana de la cuestión. Urge llevar un clavel, montones de claveles a la casa del “monstruo”.

Bienvenida, enemigo de la Fiesta.

Aniversario de Antonio Bienvenida, el más sevillano de los toreros castellanos. El único, acaso. Kikirikí,  abaniqueos  muletazos como ala de mariposa, el desplante marchoso como si estuviera paseando por la Alameda. El toreo profundo  que no lo parece, tan natural como el respirar, tan liviano y tan hondo. Sin crispaciones ni retorcimientos, tan suave como su sonrisa. Un miura le rajó el vientre y sobrevivió; y una vaquilla  lo mató a traición en un tentadero. Sobrevivió al boicot de la profesión  cuando denunció el afeitado como práctica diaria en todas las plazas de Iberia. En el frente que le dio bola negra, liderado por Antonio Ordóñez, estaba Chenel, que anteayer celebrábamos; y Jumillano y Pedrés y Rafael Ortega que, en cosas de  contubernios, ni pinchaba y cortaba; un torerazo  sin mando. Julio Aparicio se descolgó y toreó un mano a mano con Antonio. Bienvenida, réprobo y maldito. Insolidario, chivato. ¡Enemigo de la Fiesta!. En el fondo, antisistema que es lo que siempre alarma.

Ordóñez acusó  un dia: “Antonio  había toreado tantos toros afeitados como los demás. Pero no le contrataban. Esa era la cuestión. Y tuvo que dar la nota”.  Era de misa diaria y miembro destacado del Opus: Supernumerario. Contaba con gracejo inigualable una anécdota de la Coruña. Tarde desafortunada, una señora que lo llama por su nombre cuando se retira al burladero: “Antonio, menos rezar y más torear”. La señora lo había visto comulgando por la mañana.

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