viernes, 2 de mayo de 2014

2 DE MAYO. PATRIOTAS Y AFRANCESADOS. Y TOROS



Hay que preguntarse, como aficionados y como españoles,  qué hubiera pasado en España si los franceses se hubieran quedado en ella. De entrada un pueblo heroico influido por curas trabucaires y defensor del Rey Felón no es mucho de fiar; pero, al fin y al cabo, Fernando VII era su rey. De salida, Carlos IV y Godoy habían prohibido las corridas que fueron restablecidas por el francés José Bonaparte. A este se debe no solo el levantamiento del interdicto, sino la actual organización de la fiesta; tendidos, papeletas de entrada y buena parte del aparato burocrático. Era buen político el vilipendiado rey José, tildado de borracho por la plebe patriota, Pepe Botella. Y parece o eso dicen algunos historiadores que el hermano de Napoleón era abstemio. lo incontestable son los fusilamientos del 2 de mayo y ahí está el cuadro de Goya.

José Bonaparte daba corridas en Madrid para congraciarse con los taurinos españoles; y estos, antes muertos que sencillos, apiolaban a los toreros afrancesados o, en su defecto, les echaban encima a la guerrilla. Los toreros afrancesados tenían que ser protegidos de las iras populares  por el ejército napoleónico. Los españoles y más los aficionados a los toros, somos gente muy rara. La corrida goyesca es un simulacro de cómo debieron de ser los festejos en tiempos de Goya, sobre todo respecto al atuendo de los toreros. En Ronda tiene gran tradición y en Madrid es de instauración democrática como celebración del dia de la Comunidad.

Antonio Chenel se negaba a “vestirse de adefesio”, según propia expresión, y no recuerdo si llegó a torear alguna vez una goyesca. A lo lejos veo a la señorita Gaviria en un tendido, muy familiarizada con el vestido de torear, gracias a la exposición que prepara Maite Túrrez, Diálogo con el vestido de torear.  Un dia le preguntaré si hubiera enamorado igual a la cámara de Maite Túrrez, acariciando este vestido que acariciando el precioso sangre de toro, que le prestó el riojano para la ocasión. La señorita Gaviria es una modelo ocasional, o sea sin pasarela y Diálogo con el vestido de torear va a ser la sensación de la isidrada. Se lo merece Carlos Abella, por  la fe que ha puesto en ella. Y en los cuadros de las polacas, Malgorzata Zak y Joanna. Con el gerente de Asuntos Taurinos veré un dia de estos la magna muestra  sobre  Joselito y Belmonte. Un gran acierto para empezar los sanisdros.

Diego Urdiales no estuvo bien en ninguno de sus toros, aunque diera la vuelta al ruedo, con el temperamental primero.  Y  no estuvo bien Antonio Ferrera;    y tampoco  el mexicano Arturo Saldivar. Pero de ello no tuvo la culpa el vestido, sino el genio complicado de los toros de los Lozano, mansos y duros. El vestido no influye. Los trajes de ayer eran todos preciosos y ningún matador estuvo en su sitio  ni en los terrenos; difícil es entenderse con el viento; y con el viento y el toro a la vez, mucho más.  No sé cómo se sentirán los mexicanos vestidos de goyesco, de adefesios, que decía Antoñete. Pero a cualquier español todo lo que atañe a Goya le resulta familiar. Cualquiera de los actores y actrices de Goya-Cifuentes, en Teatro del Arte,  estaría feliz de estar en estos trajes, en vez de salir en bolas o vestidos con harapos por falta de presupuesto. Mejor Cifuentes, la duquesa de Alba, las majas, los curas y el sordo genial de Fuendetodos, don Francisco el de los toros, que todas las goyescas juntas.

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