sábado, 14 de septiembre de 2013

EL NEGRO de ANA BOTELLA

Septiembre 13 y 14. Viernes-Sábado.

El negro, que  escribió el memorable discurso de Ana Botella,  se ha pasado tres pueblos y veinte  aros olímpicos. Todos sabemos que los políticos y algunos escritores tienen sus escribas muy bien pagados. Pero siempre los usan a mayor honra y gloria propia y no para hacer el ridículo.   Parece que el escriba de Ana Botella ha cobrado un pastón, es de suponer que por la redacción original en castellano y su posterior versión al ingles; al inglés de Ana Botella. Mas, al parecer, el escriba ambicioso y consciente del éxito de su gestión, quiere más; y pide derechos de autor a un grupo musical que cree haber hallado en Anny Bottle un filón. Es la venganza del negro. Famosas rebeliones ha habido en el mundo de la literatura del negro, o del negro del negro -que también hay- harto de que la figura de turno se  llevase dinero y, sobre todo, honores que se no se merecía. Pero esas, algunas celebérrimas y no por ellos menos fascinantes,  las contaré en un libro próximo. El caso más reciente es el de Ana Rosa Quintana, que le encargó a un hermano de su marido una novela, y al final fue acusada de plagio. No hay que fiarse de los cuñados. Y en esos plagios, tan evidentes y mostrencos, siempre me asalta la duda de si el negro obra por negligencia o incompetencia o por rencor. En el caso de los políticos no hay cuestión; se da por hecho que un político es incapaz de juntar cuatro  letras seguidas y, por lo tanto, el negro es un secreto a voces: los escribas del poder. Por eso sorprende, de ser cierto, que el negro de Ana Botella reclame  ahora otros derechos de los que le fueron abonados y falte al código de silencio que todo negro debe respetar.

CONVOCATORIA del Consejo de Familia para discutir la muerte de la higuera del jardín: un desastre. Ana  anda metida en el mundo japonés de Murakami y de ahí no hay quien la saque; Yolanda prepara las próximas ferias de artesanía de autor y sólo está para sus creaciones que ya le reclaman incluso desde Italia; Diana, mi ahijada, anda perdida en en el proyecto fin de carrera de Biología y dice que las higueras muertas y resucitadas no son su especialidad; la defensa y exposición del proyecto, ante un jurado  exigente y aristarco, brillante. La otra Diana, la que no es ahijada mia, resuelve problemas de alta administración empresarial, tras la rentrée. Y David sólo está para V V, la adorable Nausicaa, y los vestidos que lucirá en Que trata de España   a partir del dia 2 de octubre. No es cosa de reunirse con los perros, aunque sean perros que hablen, como los de Cervantes y Ioglars que han incendiado  el Festival de Teatro de Palencia. Kuajo, Kao y Ronda no son menos que Cepión y Berganza, pero pasan de higueras resucitadas. Así que árdua discusión filosófica con Bernardino, el picapedrero-jardinero y colega de mus, sobre la muerte y resurrección de "su"  higuera. Porque Bernardino tiene muy clara la propiedad del jardin y elementos colaterales: es su jardín y !ay de quien lo toque!. Conflicto jurisdicional con Ana.
Hace un mes la dimos por muerta; de pronto se puso amarilla y un golpe de viento la dejó desnuda de hojas: un esqueleto, un jeroglífico como una greguería de Ramón. Los pardales, y otras especies voladoras, miraban melancólicos la cosecha frustrada de higos sin madurar, desde el tejado vecino. Y Susú los acechaba astuta y felina creyéndose tigre cazador. No es cierto, al menos con Susú, que acariciar a un gato es fingir la ilusión de que acariciamos, y dominamos, a un tigre. Ahora los pájaros se relamen el pico amarillento porque los higos están madurando, ya estan pintones, y se aproxima el festín que nadie les va a disputar. Dejan acercarse  a Susú hasta dos metros, no más, levantan el vuelo y Susú se queda con dos palmos de bigotes. Al final de la árdua discusión filosófica con Bernardino, el picapedrero-jardinero compañero de mus, una conclusión rotunda: esto de la higuera no hay quien lo entienda.   Y así opina el Senado de Sénecas agrarios, un poco berroqueños,  de Colmenar Viejo en el que Bernardino tiene mucho predicamento. Es además un aficionado taurino de los de antes, de los toristas de Colmenar Viejo, tierra de toros en tiempos.

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