domingo, 25 de agosto de 2013


Agosto 2013. Dia 25.

CETRO DE LA LUJURIA: ARETINO Y UN CRITICO DE TOROS. 
 
Los cronista taurinos siempre fueron más que cronistas de toros: Sobaquillo, don Modesto, Corrochano, Joaquín Vidal..... Ahora apenas leo críticas de toros; pero vuelvo a la relectura de mis clásicos. Mientras, me llega el estruendo de La Corredera, De Colmenar Viejo y veo agonizar la higuera bíblica de mi jardín. Bernardino, el jardinero-picapedrero y compañero de mus, dice que la va a salvar; que es un otoño adelantado. Joder, un Otoño con el calor que hace. Volviendo a los cronistas, por ejemplo, López Barbadillo, creador de la Biblioteca Erótica y traductor del Aretino. 

A Pietro Aretino  me llevó primero el Marqués de Bradomin; y luego  López Barbadillo, eminente cronista de toros de El Imparcial a primeros del siglo XX e introductor en España de los Sonetos lujuriosos  y de los Diálogos putescos. Bradomín,   en  Sonata de verano, celebraba cada sacrificio a Venus con un  soneto de Aretino. Hasta 7 llegó a recitarle a su amante, la Niña Chole,  una noche. Así  refiere el marqués la hazaña: “  como oraciones, pude recitar en italiano, siete sonetos, gloria del Renacimiento, uno distinto por cada sacrificio; el último lo recité dos veces. Era aquel divino soneto que evoca la figura de un centauro….”. No da más detalles Bradomín sobre tan venturosa ocasión, pero sin que se tome a mal o a envidia, uno sospecha que el Marqués exageraba un poco. Los sonetos son  dieciséis, y el poeta nacido en Arezzo los compuso inspirándose en los dieciseis  grabados de Marcantonio  Raimondi   sobre dieciséis pinturas de Giulio Romano.

 Pese a lo  lujurioso del asunto, algo de divino debía de tener Pietro Bacci, pues Barbadillo dice   que tradujo sus obras por “puro deleite espiritual”. Y un poco de hijoputa  debía de ser también, pues, cabreado con Miguel Angel, por  una cuestión de prebendas vaticanas, arremetió  contra  la Capilla Sixtina y lo acusó de hereje y sodomita. De no tener la protección del Papa, Miguel Angel  hubiera acabado en la hoguera.

De la absoluta implicación del célebre cronista taurino, con su Biblioteca Erótica  (Facsímiles,  Akal 1978), da idea la siguiente portada: Diálogos del divino Pedro Aretino, generalmente denominadas Diálogos Putescos, ahora por primera vez puestos de la lengua toscana en castellano. Traduce y anota Joaquín López Barbadillo.   Los publicó a su costa, sin que sepa yo si obtuvo beneficio o ruina, cosa que nunca le importó demasiado a Barbadillo. El mismo cuidado y diligencia  puso en todos los títulos de su Biblioteca a   la que, además,   de Diálogos putescos y Sonetos lujuriosos, llevó La tercera celestina, Dos noches de pasión, Las delicias de los Césares, La Academia de las damas….

De Pietro Bacci,  nacido de una  puta  y de un noble,  escribe López Barbadillo en  la biografa que precede a los  Ragionamenti: “Nació en un hospital y murió en un palacio (…) Su vida estuvo llena de odios y de amores: existencia de hampón y de rey. Pisoteó los altares, los tronos, el solio del Papa (…) Fue un canalla magnífico que hizo escarnio de Dios, de los hombres, del Amor y de la Muerte”.  Pese a todo escribió La humanidad de Cristo y Los Siete Salmos de la Penitencia, una Vida de la Virgen y las vidas de Santa Catalina y Santo Tomás,  que le dieron alas para solicitar el capelo cardenalicio. Tuvo que contentarse con un beso en la frente que le dio el Papa Julio III en presencia de toda la corte vaticana. Mejor le había tratado Leon X, que pagó bien un soneto laudatorio, le dio acomodo en el Vaticano y estimuló su pérfida condición  de vate. Sacrílego o fervoroso,  a él corresponde,  según López Barbadillo, “el cetro de la lujuria escrita, un cetro obsceno que podría ser un falo,  cosa más decente de ver que la carne fofa y lacia de la exquisitez de nuestra vida literaria actual”.

El apunte biográfico y la introducción  están a la altura de tan incendiario poeta y debelador de lo humano y lo sagrado.  El fervor de López Barbadillo   se remata con la siguiente media verónica: “En este siglo aretinesco en que no hay Aretinos, concluiría en la cárcel. Yo quisiera tener el  honor de divulgar su gloria.”. López Barbadillo escribía esto  en 1914.  Un año después, hasta 1922 fecha de su muerte, empezó a hacer  la crítica de toros en El Imparcial.  Implacable y dado a la polémica y las trifulcas periodísticas,  se convirtió muy pronto en “un cronista de cronistas y buenos aficionados”. Y acaso en la mejor y más elegante prosa  taurina. Pietro Bacci  murió viejo, amado, engañado y feliz ; ¿para qué más?.

 

 

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