viernes, 8 de marzo de 2024

 

PAN

Pan llanco de Colmenar Viejo

No hace muchos años todavía, cuando yo empecé a considerarme tan colmenareño como palentino de Torre de los Molinos,  o casi,  hijo adoptivo de Colmenar, éste  tenía fama de amasar y cocer el menor pan de la comarca, en una panadería situada a la salida  del pueblo, camino de Miraflores y de Hoyos  de Manzanares, cerca de la plaza de toros. Los fines de semana los catetos de Madrid, que salían al campo a las estribaciones de la montaña de la Pedrera, a comerse la tortilla de patatas hacían cola ante esa panadería que ignoro si sigue existiendo. Supongo que la manera artesanal de hacer el pan ya no se usa, pero los que nacimos en una aldea de Castilla la tenemos muy presente y ha marcado nuestros  gustos paneros.  Comíamos pan blanco y reciente todos los días, pan candeal. Un lujazo. Y enocasiones de escasez de trigo, pan de centeno que no estaba del todo mal.Aunque algunos, no muchos, prefirieran el pan “más posado” Se trataba de unos usos solidarios establecidos,  sin que a nadie se le pasara por la imaginación saltárselos.  Los rebojos, o sea el pan duro,  se usaba para hacer sopas de ajo hervidas en cazuela de Pereruela o  para dárselos a los galgos de liebres,  que no sé por qué,  los preferían al pan reciente. En Torre de los Molinos, mi pueblo,  había un horno, de propiedad privada y uso colectivo. Cada dia le tocaba cocer a un vecino, el cual repartía la hornada entre los demás vecinos, operación que se repetía a diario.  Amasar el pan, darle forma redonda, con más o menos miga según gustos, marcar sus coscoritos exteriores que era la parte más preciada, meterlo en el horno con una pala muy larga, y con ella retirarlo cuando se consideraba cocido era un rito observado con precisión. La temperatura del horno se consideraba adecuada según el color que adquiría el barro de su bóveda. Nadie que no haya pasado esta experiencia artesanal puede valorar cabalmente la calidad del pan,  ni en Colmenar Viejo ni en ninguna parte. O sea, que diría PacoUmbral, el cual popularizó en sus artículos una muletilla que hizo fortuna entre su numerosos lectores, “iba yo a comprar el pan”.

martes, 5 de marzo de 2024

CAMPECHANO

Titulo. El rey que fue. Autoría y espacio escénico, Ioglars. Dirección artística , Albert Boadella. Ayudante de dirección, Alberto Castrillo-Ferrer. Reparto; Ramón Fontseré, Dolors Tuneu, Pilar Saenz, Martí Salvat, Bruno López-Linares, Javier Villena. Iluminación, Bernat Jansá. Espacio sonoro, David Angulo. Vestuario, Pilar Sáenz.

Siempre se espera con interés, un nuevo estreno del grupo catalán y  Albert Boadella, en mayor o menor medida no defrauda. Decir Ioglars es decir Boadella, uno de los mitos del teatro español, un mito vivo,  insurgente, provocador, catalán a su pesar, de Vich. A Boadella lo odia, o lo odiaba, Cataluña entera y parte del extranjero, o sea España. Diéronle cárcel las Españas. Se escapó ayudado por Dolors Caminals, su compañera, pintora excelente de paisajes. Pasó la frontera, se bajó los pantalones, literalmente, y enseñó el culo a la derecha contumaz y a una izquierda ortodoxa y taliván que empezaba a pensar que Boadella no era de los suyos. Aún estaban cerca los tiempos en que, por Boadella, vestidas de negro a la entrada de los teatros donde representaba, rezaban rosarios las piadosas mujeres de la España profunda y celtibérica. Yo lo ví. Y también vi una feroz expresión de odio a la entrada del coso de Marina en Barcelona, “no  a la pena de muerte, excepto para Boadella”. Aquella época belicosa e insurgente pasó y ahora Boadella aborda la figura patética del Rey Emérito, Juan Carlos de Borbón, exiliado en la morería de oro y petrodólares, patético y shakesperiano. Retrato benevolente y piadoso de un picha brava que, todo hay que decirlo, cumplió el destino histórico con Adolfo Suárez de canalizar el tránsito de la dictadura a la democracia. Sobre otras circunstancias más obscuras, por ejemplo la ambigua actitud inicial de Juan Carlos, el tejerazo del 23F hasta decidirse a condenarlo con rotundidad; y la deslealtad a su padre don Juan, el personaje más odiado por Franco, Boadella pasa de puntillas. Virtudes humanas  aparte, que las tiene, Juan Carlos es un ladrón, de aquella estirpe sentenciada por Valle Inclán cuando Alfonso XIII  tuvo que exiliarse: “ a los borbones  los hemos echado de España, no por reyes, sino por ladrones”. Tome nota Felipe VI, el cual cuenta con la simpatía de gran parte del pueblo español y los sabios consejos de su mujer, la Reina Leticia, la leti para los amigos que la conocieron en televisión española donde trabajaba. Con todo, los republicanos seguimos con el lema, "a por la III y en ellos estamos".

El montaje de El rey que fue es un montaje que me atrevería a llamar minimalista; pocos elementos pero imprescindibles, sobre la cubierta de un yate en la que el Rey Emérito celebra  una fiesta. La interpretación de Fontseré, Dolors Tuneu  y Pilar Saenz tiene el toque inconfundible de Ioglars que es ya un sello, una marca.  Los juglares genuinos. Calan en los personajes, los desvelan  y lanzan sus vísceras y sus vuelos al espectador ávido, entre carcajadas y silencios. A veces Stanislaski difuminado y con frecuencia la Commedia de l Arte al fondo. Fontseré, al que en alguna ocasión  definí como una síntesis catalana  de Charles Chaplin y Laurence Olivier, completa con el Borbón la lista de personajes que marcan y definen la vida española del siglo XX; Jordi Pujol, Josep Pla, Dalí. Puede que un dia haga un Picasso, con su aureola de comunista y de vividor de la vida, pintor que nada buscaba y todo lo encontraba sin proponérsemo,  que supone un desafío En un momento de esta función hace un Franco genial y desternillante. Pero no es el Franco de la Cruzada y los fusilamientos que convirtió España en un cuartel sangriento; es un Franco imitado por el Borbón/Fontseré. Puestos a matizar, no es esta la más alta ocasión que  vieron los siglos de Ramón Fontseré,  pero Ramon Fontseré essiempre Ramon Fontseré, o sea un genio , el cual debe medir  el posible  riesgo  de parecerse cada vez más a sí mismo en detrimento del personaje que encarna.


miércoles, 28 de febrero de 2024

Aniversario y reivindicación de Juan Perez  Creus, el último satírico

Estoy seguro de que Alfonso Ussia, epígono de Pérez Creus,  en cierta medida, no tomará a mal el título de esta croniquilla. Traigo a colación a Pérez Creus  porque me parece que hace días se ha recordado, si bien un poco cicateramente,  el centenario de su nacimiento. Ignoro si las próximas generaciones, sin objetivos claros contra los que luchar o a los que satirizar, darán algún otro vate digno de tal nombre como el de Juan Pérez  Creus;  un  coloso de la literatura que abarcó el humor, la novela mágica,  (precedente  afirman algunos_ del realismo mágico  sudamericano),  el ensayo y los libros de viajes. Es quizá la hora en que alguna editorial valiente y arrancada aborde la edición completa de su dispersa obra , Ramón Akaun suponer. En mi agenda de estos días tenía y tengo anotado, ignoro con qué finalidad, “Juan Pérez  Creus el satírico  suicidado”. Cualquiera que fuera el motivo de mi recordación, toda circunstancia me parece  buena para escribir de él, humorista, narrador  y poeta que llevó hasta el fin su humor y su sarcasmo vitalista. Se tiró desde la azotea de una casa de siete pisos,  por culpa de una mujer que no le quería. Los viejos, escrito está,  no deben enamorarse. Y  menos de una mujer joven,  ligera de cascos y muy guapa, Mireya o Mirenca o algo así, creo que se llamaba, dependienta  rescatada de  un supermercado de más allá del telón de acero.

Semanas antes de su suicidio, la palabra  autodevastación le gustaba más, me lo encontré en el Café Gijón, de Madrid, ayudándose de un andador, tal era la decrepitud de su ancianidad. Buscaba a su Vivenca o como se llamara, dónde se habrá metido esta  zorra. No voy a insistir en  esos momentos desdichados;  prefiero recordarle, entre otros  sublimes,  en una comida en Salamanca, con un grupo de poetas invitados por el Gobernador Civil, Ulpiano  llamado, al que apodaban el casto por haber cerrado las casas de latrocinio, o sea de putas, de la ciudad.  Al tal Ulpiano no se le ocurrió otra cosa, en su discurso de bienvenida, que declararse enemigo de don Miguel de Unamuno tan vinculado a Salamanca. No habíamos llegado a los postres de un suculento banquete, cuando empezó a circular de mano en mano, un  epigrama  de Pérez Creus,  que decía:

Se dice antiunamuniano

Que es como negar ser hombre;

Que le vayan dando a Ulpiano

Por donde acaba su nombre.

Pérez Creus fue señero en la sátira cotidiana, erótica y mujeril; véase esta muestra dedicada a una fémina,  de muchedumbres conocida  por su prodigalidad desenfadada  en el arte amatorio ,

Y llamarte putísima seria

Como llamarle cerro al Himalaya,

Como llamarle arroyo al Amazonas.

 

Perez Creus no eludió la satíra política a los prebostes del Régimen,  en las páginas del ARRIBA, donde entre otras publicaciones, dejaba sus COPLAS DE MAESE PÉREZ; como demuestra este poemilla dedicado a José Solis, Ministro del Movimiento y camisa azul.

Del Norte al Sur, del Este hasta el Oeste era

Del regimen franquista la sonrisa,

Sonreía mejor que Monna Lisa

 Este es mi homenaje póstumo, muy póstumo pero también muy sentido, a Juan Pérez Creus que había sido Comisario Político del bando republicano durante Incivil guerra del 36 y que,  llegada  la victoria de Franco, fue depurado y amnistiado después bajo la protección de Camilo José Cela y de Jaime Campmany que lo admiraron siempre.